Fatshimetrie, 29 de septiembre de 2024. El domingo pasado, una celebración eucarística en el estadio Rey Balduino, en Bélgica, estuvo marcada por la intervención del Papa Francisco. En un poderoso discurso, el Sumo Pontífice lanzó un vibrante llamado a un alto el fuego inmediato en zonas de conflicto como el Líbano, Palestina y Ucrania. Su voz se alzó para exigir justicia por los abusos sexuales que han sacudido a la Iglesia en los últimos años.
El Papa Francisco ha expresado su profunda preocupación por la escalada de conflictos en Oriente Medio y ha pedido un cese inmediato de las hostilidades. Su mensaje compasivo destaca la importancia de proteger a las poblaciones civiles inocentes atrapadas en estos enfrentamientos violentos.
Durante esta ceremonia religiosa, el Soberano Pontífice también beatificó a una monja española, Ana de Jesús, testimoniando así el reconocimiento de la Iglesia a figuras significativas de su fe. Su conmovedora historia, marcada por la resiliencia y la devoción, inspira tanto devoción como respeto.
En sus homilías, el Papa Francisco criticó duramente el egoísmo de los privilegiados, advirtiendo contra la fragilidad de los bienes materiales frente a la fuerza del amor verdadero. Sus palabras resuenan como un llamado a reflexionar sobre nuestros valores y nuestras acciones, invitándonos a reconsiderar nuestras prioridades y trabajar por un mundo más justo y equitativo.
Al final de esta celebración, el Papa Francisco agradeció calurosamente a los belgas su acogida, subrayando la importancia del apoyo y la solidaridad entre los pueblos. Su benévola presencia fue recibida por una multitud de fieles que acudieron a asistir a la Eucaristía, dando testimonio del impacto positivo de su visita.
Este encuentro excepcional entre el Papa Francisco y los fieles belgas será recordado como un momento de comunión y de compartir, que simboliza la unidad y la fraternidad más allá de fronteras y diferencias.