Las familias de Beni, en Kivu del Norte, se enfrentan a una realidad difícil y poco conocida. La lucha diaria por mantener y cuidar a los seres queridos con enfermedades mentales es un desafío incesante. En el centro de este problema, el centro psiquiátrico Sainte-Croix de Mulo se ha convertido en un refugio de tratamiento, pero también en un lugar donde tienen lugar conmovedores dramas humanos.
Joséphine Kiro encarna esta realidad con valentía y dedicación. Como viuda de sesenta años, se encuentra sola cuidando a sus dos hijas con enfermedades mentales. A pesar de los limitados recursos provenientes de la venta de escobas, se esfuerza por brindar tratamientos, consciente de que rendirse no es una opción. Su testimonio revela la constante carga financiera que supone cuidar la salud mental de sus seres queridos, carga que pesa sobre muchas familias de la región.
Otra madre, que prefiere permanecer en el anonimato, comparte sus propias luchas. La dieta y los duros tratamientos necesarios para su hija enferma se convierten en una carga económica insoportable. La situación de Odette Kahindo, desplazada tras los disturbios geopolíticos en su región de origen, ilustra la magnitud de los desafíos encontrados. Privada de recursos, se encuentra a merced de la generosidad de los cuidadores para satisfacer sus necesidades más básicas.
El centro psiquiátrico Sainte-Croix de Mulo parece entonces ser un frágil refugio para estas familias que luchan contra una enfermedad mental. Sus 32 pacientes se benefician de atención esencial, pero la inseguridad financiera de sus seres queridos sigue siendo un obstáculo importante para una atención óptima. Los conmovedores testimonios de Joséphine, la madre anónima y Odette subrayan la necesidad de una conciencia colectiva y una mayor solidaridad hacia estas familias que enfrentan desafíos insuperables.
En este Día Mundial de la Salud Mental, es fundamental resaltar estas realidades a menudo ocultas. Lejos de un discurso estereotipado, estas historias revelan la fortaleza y la resiliencia de las familias de Beni, pero también la necesidad urgente de acciones concretas para mejorar el acceso a la atención y aliviar la carga financiera que aplasta a muchas de ellas. Es hora de tender la mano y apoyar a estos héroes cotidianos, que luchan en las sombras para brindarles a sus seres queridos la dignidad y el respeto que merecen.