La crisis energética que azota a Zambia, impactada por los problemas de la presa de Kariba, plantea preguntas cruciales sobre la vulnerabilidad del país a los peligros climáticos. Antes de las dificultades encontradas por la presa de Kariba, menos de la mitad de los 20 millones de habitantes de Zambia tenían acceso a la electricidad. Ahora millones se ven obligados a adaptarse, mientras las madres buscan otras formas de cocinar para sus familias y los niños hacen sus tareas a la luz de las velas.
Esta crisis energética, sin precedentes para muchos zambianos, es el resultado de una grave sequía en la región que dejó a la presa Kariba, fuente de los problemas del lago Musonda, con niveles de agua insuficientes para hacer funcionar sus turbinas hidroeléctricas. Construida en la década de 1950, la presa de Kariba tenía como objetivo revolucionar el suministro de energía del país capturando agua del río Zambezi para producir una fuente ilimitada de energía hidroeléctrica renovable.
Sin embargo, la situación ha cambiado dramáticamente con meses de sequía causada por el fenómeno climático de El Niño, exacerbada por el calentamiento global, que puso a la central hidroeléctrica de Zambia al borde del cierre total por primera vez. El nivel del agua es tan bajo que sólo una de las seis turbinas del lado zambiano de la presa puede funcionar, lo que reduce la producción a menos del 10% de lo normal. Dado que más del 80% de su suministro nacional de electricidad depende de Kariba, Zambia se encuentra en una situación crítica en la que los zambianos apenas tienen unas pocas horas de electricidad al día, a veces incluso varios días sin electricidad.
Las consecuencias más graves se sienten durante las horas del día, cuando las pequeñas empresas, el verdadero pilar de la economía del país, luchan por operar. Ante esta situación, algunos zambianos se ven obligados a trasladar toda su computadora de escritorio a una cafetería local para poder trabajar. Tindor Sikunyongana, que dirige un negocio de soldadura, habla de la frustración que sienten muchos zambianos. Tras haber invertido en un generador diésel para compensar la falta de electricidad, se enfrenta a unos costes de combustible elevados, lo que complica la situación financiera.
Según Geoffrey Chiyumbe, vicepresidente del comité de energía del Instituto de Ingeniería de Zambia, la dependencia del 85% de Zambia de la energía hidroeléctrica representa un riesgo importante. Subraya la necesidad de contar con un mix energético que incluya fuentes renovables y no renovables para evitar crisis como la actual.
La sequía que afecta a la presa de Kariba pone de relieve los desafíos energéticos que enfrenta Zambia. El muro de la presa, casi en su totalidad expuesto, demuestra la urgencia de diversificar las fuentes de energía para garantizar la seguridad energética a largo plazo en el país..
Por lo tanto, esta crisis energética en Zambia plantea preguntas esenciales sobre la resiliencia del país frente al cambio climático y la necesidad de repensar su suministro de electricidad para garantizar un futuro energético estable y sostenible.