El mortal ataque perpetrado el miércoles por la tarde en la sede de la empresa aeroespacial y de defensa turca TUSAS, cerca de Ankara, provocó una ola de emoción y preocupación en todo el país. Al menos cuatro personas perdieron la vida en la tragedia y otras 14 resultaron heridas, lo que convierte este acontecimiento en otro capítulo oscuro de la historia reciente de Turquía.
Imágenes difundidas por canales de televisión locales mostraron a varios atacantes armados ingresando a las instalaciones de la empresa, mientras se escuchaban disparos y una explosión. Los individuos estaban equipados con rifles de asalto y mochilas, sembrando el terror dentro del establecimiento.
Reina la confusión sobre las circunstancias exactas de este ataque, aunque las autoridades rápidamente lo calificaron como un acto terrorista. El presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, confirmó que dos atacantes, un hombre y una mujer, fueron neutralizados durante la intervención.
Hasta el momento, ningún grupo se ha atribuido la responsabilidad de esta tragedia. Sin embargo, Turquía ha sido anteriormente objetivo de ataques de militantes kurdos, extremistas del Estado Islámico y grupos de extrema izquierda, lo que genera dudas sobre las posibles motivaciones detrás del acto.
TUSAS, un actor importante en la industria de defensa y aeronáutica en Turquía, emplea a más de 10.000 personas y participa en el diseño, fabricación y montaje de aviones civiles y militares, incluido el Kaan, el primer avión de combate nacional del país.
Medios locales informaron que los fiscales habían abierto una investigación para esclarecer los trágicos hechos ocurridos en el seno de la empresa. Este ataque sirve una vez más para recordar la fragilidad de la seguridad en Turquía y subraya la importancia crucial de permanecer vigilantes y unidos frente a la amenaza terrorista que sigue pesando sobre el país.