El drama que sacude Goma, ciudad marcada por la violencia contra los niños, no puede dejarnos indiferentes. El Foro de los Niños de Goma, en un grito de alarma que apuñala la conciencia colectiva, deplora los recientes asesinatos de 4 niños en menos de dos meses. Estas trágicas desapariciones, vidas interrumpidas en la inocencia de la infancia, exigen una conciencia urgente de todos los actores de la sociedad.
Los escalofriantes informes de esta organización ponen de relieve una realidad insoportable: niños víctimas de asesinatos, secuestros y explotación, sumidos en un clima de inseguridad permanente. Pequeños seres magullados, privados de su derecho a la seguridad, a la educación, obligados a mendigar en las calles destrozadas de Goma. La descripción de estas tragedias, como la bala perdida que alcanza a un niño dormido en su cuna, simboliza un caos que devora implacablemente la inocencia.
Jonathan Kambale Nduru, un firme defensor del Foro de los Niños de Goma, subraya firmemente la urgencia de una acción colectiva. Pide a las autoridades locales que tomen medidas concretas para proteger a los niños, hacer cumplir las leyes vigentes y castigar severamente a los culpables de estos crímenes atroces. Porque cada niño que desaparece en medio de la indiferencia general es una herida abierta en el tejido social, una injusticia que nadie puede tolerar.
Ante este horror que se repite de manera alarmante, toda la sociedad se ve interpelada. Cada uno de nosotros, como ciudadanos conscientes, debemos romper el silencio, rechazar la inevitabilidad de esta violencia sin sentido contra los más vulnerables. Es hora de alzar la voz, de hacer oír nuestra indignación y solidaridad con estos niños heridos en la carne y en el alma.
Movilicémonos juntos para ofrecer a todos los niños de Goma y más allá un futuro seguro, digno y esperanzador. Porque es en nuestra capacidad de actuar, de unirnos para proteger a los más vulnerables, donde se ve la verdadera grandeza de una sociedad humana. Actuemos ahora, antes de que una nueva tragedia oscurezca aún más el cielo, ya cargado de promesas incumplidas. Que la voz de los niños mártires de Goma resuene en nosotros como un llamado a la justicia, la solidaridad y la compasión.