Vemos horas de insomnio para millones de ciudadanos estadounidenses esa noche, pasando del martes (5 de noviembre) al miércoles (6 de noviembre).
En todo el país, miles de trabajadores electorales están en alerta y los votantes están presentes en fiestas de vigilancia, monitoreando el conteo.
Hoy temprano, el expresidente Donald Trump llegó a Palm Beach para votar.
Trump ganó 2 de 7 estados clave y tomó la delantera en otros 4.
Un aliado cercano de Harris envió a sus partidarios a casa desde su mitin, sin planear que el vicepresidente demócrata hablara.
Está claro que estas elecciones son cruciales y están marcadas por niveles de participación e implicación sin precedentes. El futuro político del país está en juego y cada voto cuenta.
Ambos bandos están en crisis, examinando los resultados y analizando cada movimiento con meticulosa atención.
El resultado de estas elecciones es incierto, pero una cosa es segura: Estados Unidos está conteniendo la respiración a la espera del resultado de esta noche electoral.
Lo que está en juego es enorme, las tensiones palpables y la espera insoportable.
Este momento crucial en la historia estadounidense será recordado, sea cual sea el resultado.