En un contexto geopolítico que sigue siendo tenso, funcionarios árabes y occidentales han sugerido que la administración Trump podría volver a imponer su política de “máxima presión” sobre Irán. Esta decisión estaría simbolizada por el endurecimiento de las sanciones a la industria petrolera iraní y la autorización concedida a Israel para atacar las instalaciones nucleares de Teherán e incluso para llevar a cabo asesinatos selectivos.
Ante esta incertidumbre política, el portavoz iraní, Mohajerani, insistió en mostrar una posición firme: “Las elecciones americanas no son asunto nuestro. Nuestras políticas son estables y no cambian dependiendo de las personas. Hemos hecho las predicciones necesarias y no afectará la vida diaria de las personas”. Palabras que revelan una cierta determinación por parte de Teherán, dispuesta a mantener el rumbo a pesar de los acontecimientos políticos que podrían producirse al otro lado del Atlántico.
La oposición no tarda en llegar de los Guardias Revolucionarios, quienes, sin reaccionar directamente a la supuesta victoria de Trump, dicen estar listos para enfrentar a Israel junto con sus aliados regionales. El jefe adjunto de los Guardianes, Ali Fadavi, advirtió claramente contra cualquier acción de supuesta superioridad por parte de Israel, diciendo que Teherán tenía los recursos necesarios para responder a posibles provocaciones.
Estas declaraciones cobran todo su sentido cuando recordamos el mandato anterior de Trump, marcado por el restablecimiento de las sanciones a Irán tras la retirada de Estados Unidos del acuerdo nuclear de 2015. Estas sanciones tuvieron un fuerte impacto en las exportaciones de petróleo de Irán. una caída de los ingresos del gobierno y importantes repercusiones económicas en el país. La inflación anual ronda actualmente el 40%, lo que obliga a Teherán a tomar medidas impopulares como impuestos más altos y un gran déficit presupuestario.
En tal clima de incertidumbre, las implicaciones futuras podrían ser múltiples. Una escalada de tensiones entre Irán e Israel, la posibilidad de un ataque preventivo llevado a cabo por Estados Unidos e Israel o incluso un endurecimiento de las sanciones internacionales contra Irán podrían alterar aún más la estabilidad de esta región ya de por sí muy inestable. Es crucial que los actores involucrados actúen con moderación y prioricen el diálogo para evitar una escalada con consecuencias potencialmente devastadoras.