La segunda toma de posesión de Donald Trump en la Casa Blanca provocó una ola de felicitaciones de los países africanos, que buscan una colaboración respetuosa con la administración estadounidense. Sin embargo, persisten las preocupaciones sobre su agenda aislacionista, particularmente si los republicanos controlan tanto la Cámara como el Senado.
En el centro de estas relaciones se encuentra la Ley de Oportunidades y Crecimiento Africano (AGOA), un acuerdo que facilita las exportaciones africanas a Estados Unidos, pero cuyo futuro sigue siendo incierto. Los expertos creen que Trump podría favorecer un enfoque bilateral en detrimento de la AGOA.
En materia de infraestructuras, Estados Unidos está lanzando proyectos competidores con China, incluido el «corredor Lobito», destinado a conectar varios países africanos. En el frente de la seguridad, Trump podría reducir la participación militar estadounidense en África, en un contexto en el que la amenaza yihadista sigue siendo preocupante.
La ayuda estadounidense, que ascendió a casi 4.000 millones de dólares en 2024, también está siendo cuestionada, al igual que los esfuerzos para combatir el cambio climático. El legado de Trump en política ambiental está generando temores sobre el futuro de las iniciativas de sostenibilidad en África.
África, rica en recursos naturales y con prometedoras perspectivas de crecimiento, necesita asociaciones sólidas con Estados Unidos para estimular su desarrollo económico y social. La evolución de las relaciones entre los dos continentes bajo la presidencia de Donald Trump plantea interrogantes y desafíos, pero también abre oportunidades para una cooperación mutuamente beneficiosa. Queda por ver cómo se gestionarán estas cuestiones y cuáles serán las prioridades de la futura administración estadounidense con respecto a su política hacia África.