En el tumulto de los Estados Generales de Justicia celebrados recientemente en la República Democrática del Congo, llamó especialmente la atención una propuesta innovadora: la creación de un servicio de inteligencia penitenciaria. Ante el alarmante aumento de actividades delictivas orquestadas desde el interior de las cárceles por redes organizadas, esta iniciativa pretende ser una respuesta audaz y proactiva para fortalecer la seguridad dentro de los establecimientos penitenciarios.
Las reuniones fueron escenario de intensos debates, y entre las 359 recomendaciones formuladas, algunas destacaron la necesidad de acelerar los procedimientos penales para reducir las largas detenciones preventivas que alimentan la sobrepoblación carcelaria. Se han mencionado medidas drásticas, como la construcción de nuevas prisiones y la rehabilitación de la infraestructura existente, para remediar las deplorables condiciones en los establecimientos, en particular en la prisión central de Makala, que está superpoblada y en ruinas.
Más allá del aspecto de seguridad, los participantes también plantearon la necesidad de desarrollar programas educativos y de formación profesional para los reclusos, con el fin de promover su reinserción social y prevenir la reincidencia. Estas iniciativas irían acompañadas de una formación continua del personal penitenciario, actor esencial en la gestión y la seguridad penitenciarias.
Para garantizar la eficacia de estas reformas, los participantes pidieron una rápida aplicación de la ley que rige el régimen penitenciario, mediante la adopción de actos reglamentarios específicos para dar efecto a los principios fundamentales establecidos.
Estas propuestas surgen en un contexto marcado por acontecimientos trágicos, como el reciente intento de fuga en la prisión de Makala que provocó la muerte de numerosos reclusos. Estas tragedias resaltan la urgencia de transformar un sistema penitenciario obsoleto, que lucha por garantizar la seguridad y el respeto básico de la dignidad humana.
Más allá de los inmensos desafíos que surgen, este deseo de reforma es testimonio de una conciencia colectiva y un compromiso para construir un futuro más justo y seguro para todos, superando las divisiones para trabajar juntos por una sociedad más humana y justa. El camino es largo y está plagado de obstáculos, pero permanece la esperanza de que estos esfuerzos combinados allanarán el camino hacia un sistema penitenciario más justo y respetuoso de los derechos fundamentales de cada individuo.