Entre bastidores de la diplomacia internacional, un anuncio reciente ha captado la atención del mundo. El presidente electo expresó su visión para el fin de la guerra en Ucrania mediante un nombramiento clave. De hecho, Donald Trump eligió al general Keith Kellogg como asistente del presidente y enviado especial para Ucrania y Rusia.
Este nombramiento es de profunda importancia, ya que anuncia un plan de paz detallado para uno de los temas de política exterior más espinosos sobre la mesa del presidente electo. Con una carrera rica en experiencia, el exasesor de seguridad nacional Keith Kellogg, de 80 años, ya esbozó su plan de paz en un artículo publicado en abril para el America First Policy Institute.
En este plan, llama a la guerra en Ucrania una «crisis evitable» resultante de las políticas incompetentes de la administración Biden, que arrastran a Estados Unidos a un conflicto sin fin. Kellogg destaca la necesidad de un cese de hostilidades para congelar las líneas del frente y obligar a ambas partes a sentarse a la mesa de negociaciones.
Sin embargo, los detalles del plan revelan una complejidad desconcertante. Kellogg critica duramente las acciones de Biden y señala que su administración proporcionó muy poca ayuda letal y demasiado tarde. Destaca la decisión estratégica de Trump de proporcionar ayuda letal a Ucrania por primera vez en 2018, fortaleciendo la posición necesaria para enfrentar a Putin.
El plan sugiere que el enfoque pragmático de Trump hacia el Kremlin, sin una demonización como la de Biden, es esencial para alcanzar un acuerdo de paz. Sin embargo, la propuesta de congelar la membresía de Ucrania en la OTAN a cambio de un acuerdo de paz con garantías de seguridad verificables plantea interrogantes.
Este plan exige una política formal de Estados Unidos para buscar un alto el fuego y un acuerdo negociado, condicionando la futura ayuda a Ucrania a las negociaciones con Rusia. También propone armar a Ucrania para que pueda defenderse y evitar futuros avances rusos antes y después de un acuerdo de paz.
Sin embargo, existen preocupaciones sobre la eficacia de estas medidas. Implementar una zona desmilitarizada para congelar las líneas del frente requeriría recursos considerables y un seguimiento riguroso. Además, el suministro de armas a Ucrania para contrarrestar los avances rusos enfrenta importantes desafíos logísticos.
En última instancia, este ambicioso plan plantea preguntas cruciales sobre el futuro de la diplomacia internacional y el papel de Estados Unidos en los conflictos globales. Representa un intento de reconciliar intereses divergentes para lograr una paz duradera en una región devastada por la guerra. El resultado de esta iniciativa determinará no sólo el destino de Ucrania, sino también la capacidad de las grandes potencias para forjar un futuro común basado en la paz y la cooperación.