La tensión política internacional aumenta entre los líderes Donald Trump y Justin Trudeau, lanzando al mundo a un torbellino de conflicto diplomático. La crisis que sacude a Canadá se ve agravada por las acciones del presidente electo, que muestra una actitud belicosa hacia su vecino del norte. Esta presión política impuesta a un aliado genera preocupación sobre la capacidad de resistencia de los gobiernos que enfrentan disturbios internos, como en Francia, Alemania o Corea del Sur.
El anuncio de la imposición de derechos de aduana del 25% a las mercancías canadienses, con el objetivo de obligar a Ottawa a actuar sobre los problemas fronterizos, sumió a Trudeau en una grave crisis. La perspectiva de una recesión inminente y de las próximas elecciones ponen en dificultades al Primer Ministro, poniendo en duda la estabilidad de su gobierno.
La espectacular dimisión de la ministra de Finanzas y viceprimera ministra Chrystia Freeland debilitó aún más la posición de Trudeau. Este último denunció, en una carta incendiaria, las políticas desconsideradas del Primer Ministro, acusándolo de poner en peligro a Canadá frente a la agresiva política económica de Trump. De este modo, las tensiones políticas dentro del gabinete canadiense han cristalizado, poniendo en peligro la sostenibilidad del gobierno.
Después de nueve años en el poder, Trudeau parece haber perdido la confianza de muchos canadienses y de su propio partido. Abundan las especulaciones sobre la posibilidad de su salida anticipada para permitir a su partido elegir un nuevo líder y primer ministro. El impacto de Trump en la escena política canadiense parece innegable, cambiando el panorama de las próximas elecciones y empujando a Trudeau hacia la salida.
Esta semana caótica en la política canadiense pareció jugar a favor de Trump, eliminando a un oponente clave y debilitando a un líder al que desprecia abiertamente. Esta actitud vengativa del presidente estadounidense hacia su principal socio comercial es parte de su visión de las relaciones internacionales como luchas transaccionales donde sólo cuenta el que gana.
La estrategia de Trump parece estar dando frutos, ya que Trudeau recientemente demostró sumisión visitando Mar-a-Lago, reforzando la posición dominante del presidente estadounidense. Sin embargo, esta obediencia ha exacerbado las tensiones con figuras del gobierno canadiense, como Chrystia Freeland, que aboga por un enfoque más duro hacia Trump. Las divisiones políticas que se han ampliado en Canadá están comprometiendo la cohesión en las negociaciones con Estados Unidos, poniendo en peligro las relaciones diplomáticas entre los dos países.
Esta crisis política internacional entre Trudeau y Trump plantea preguntas fundamentales sobre cómo los gobiernos deberían manejar la presión y los ataques externos.. La interferencia de Trump en los asuntos internos de Canadá muestra la fragilidad de las alianzas en un mundo cada vez más polarizado y demuestra la necesidad de que los líderes se mantengan firmes y unidos para enfrentar los desafíos en el escenario internacional.