La desesperación de los comerciantes de Kahembe a Goma: un grito de supervivencia a la sombra de la modernización urbana

Los comerciantes de Kahembe, desplazados de sus espacios de venta en Goma por la modernización urbana, expresan su desesperación. Obligados a ejercer una actividad precaria e itinerante, estos vendedores encuentran dificultades debido a un embrollo territorial. Piden a las autoridades locales que encuentren una solución para garantizar condiciones de trabajo dignas. Esta situación plantea interrogantes sobre el apoyo a los trabajadores informales y su integración en las políticas urbanas. Su grito de desesperación es un llamado a reconocer y apoyar a estos actores esenciales de la economía local.
Declaración simbólica en Goma: los comerciantes de Kahembe, desplazados de sus espacios de venta para dar paso a la modernización urbana, expresan su desesperación. Un centenar de comerciantes se reunieron en las calles de la ciudad para dar testimonio de su precariedad desde el desalojo del mercado local.

Estos vendedores artesanos, en su mayoría mujeres, que antes trabajaban en torno al Instituto Técnico de Goma, hoy se encuentran en una incertidumbre total. Ya expulsados ​​del primer lugar temporal que se les asignó, estos trabajadores informales se ven ahora obligados a retomar sus actividades de forma itinerante, en las carreteras, en condiciones precarias que obstaculizan su sustento diario.

La situación se complica aún más ya que tres propietarios diferentes reclaman el terreno en el que se han instalado temporalmente los comerciantes. Un embrollo territorial que impide a los vendedores encontrar una base estable para ejercer su profesión con total tranquilidad. Es difícil no sentir empatía por estas personas que luchan todos los días para ganarse la vida, pero que constantemente enfrentan obstáculos adicionales.

Cabe señalar que la reubicación de los comerciantes de Kahembe se planeó inicialmente como parte de un proyecto de modernización de la infraestructura comercial de la ciudad, destinado a combatir el comercio informal. Sin embargo, la provisión de espacio temporal seguro y adecuado parece ser el pariente pobre de esta iniciativa, lo que deja a estos comerciantes en una situación de dificultad económica.

Ante este malestar palpable, los comerciantes solicitaron nuevamente la intervención de las autoridades locales, en este caso del gobernador, para encontrar una salida a su calvario diario. Su mensaje es claro: necesitan un lugar de venta estable, seguro y funcional para poder desarrollar su actividad en condiciones dignas y correctas.

Esta situación, lamentablemente común en muchas ciudades del mundo donde las pequeñas empresas suelen ser precarias, exige una reflexión más profunda sobre el lugar y el apoyo que se les debe dar a los trabajadores informales. Es crucial que las políticas urbanas tengan en cuenta la realidad de estos comerciantes locales, a menudo invisibles para los tomadores de decisiones, pero sin embargo esenciales para la dinámica económica local.

En conclusión, el grito de desesperación de los comerciantes de Kahembe en Goma es un recordatorio conmovedor de la importancia de apoyar y acompañar a los actores de la economía informal, a menudo impulsores no reconocidos del dinamismo económico de las ciudades. Ya es hora de ofrecerles un lugar legítimo y respetuoso dentro de nuestras sociedades cambiantes.

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