La observación es clara: los precios del pescado y de la carne congelados se disparan en los mercados de Kinshasa. Una realidad económica que impacta directamente en los bolsillos de los consumidores, ya debilitados por las incertidumbres que pesan sobre la economía congoleña.
Los vendedores de alimentos frescos que hablaron en las ondas de Fatshimetrie denunciaron enérgicamente la ineficacia de las medidas gubernamentales que anunciaban una bajada de los precios de estos productos alimenticios. Estos últimos constatan con amargura que los precios están subiendo, poniendo en peligro el poder adquisitivo de los hogares.
Una vendedora testifica con desolación: una caja de carne que habitualmente se vende a 90.000 francos congoleños se vende hoy a 120.000 francos. Los hogares también ven aumentar significativamente el precio de las chuletas de cerdo, de 62.000 a 70.000 FC por una caja de 10 kg. Los callos no se quedan atrás, alcanzando ahora la suma de 73.000 FC en lugar de 63.000 FC.
La observación es alarmante: el discurso del gobierno tiene dificultades para traducirse en acciones concretas sobre el terreno. Las promesas de reducción de precios siguen sin cumplirse, lo que deja a los vendedores indefensos ante el aumento constante de precios.
Ante esta preocupante situación, se alzan voces para exigir sanciones contra quienes contravengan la política de regulación de precios puesta en marcha por las autoridades. No se pueden ignorar las consecuencias de este aumento de precios en la vida cotidiana de los hogares congoleños.
Es hora de que los hechos coincidan con las palabras y de que las medidas gubernamentales se materialicen en el terreno para proporcionar alivio a los hogares y restablecer el poder adquisitivo de la población. Hay mucho en juego y los responsables de la toma de decisiones tienen la responsabilidad fundamental de garantizar un acceso equitativo a alimentos saludables y asequibles para todos.