### Goma: Hacia la seguridad de los campos de desplazados internos en un contexto de crisis humanitaria
El reciente cierre del campo de desplazados internos de Lushagala en el distrito Mugunga de Goma plantea cuestiones críticas sobre la seguridad y la integridad de los campos de refugiados en entornos de conflicto. Con la detención de 18 presuntos delincuentes, armados hasta los dientes y en posesión de más de 300 municiones, así como la detención de dos personas acusadas de violación, la situación pone de relieve el desafío que representa la convivencia de grupos vulnerables y armados en situaciones humanitarias. zonas de crisis.
#### Un hallazgo alarmante: armamento e inseguridad en los campos
Por un lado, la presencia de elementos militarizados en zonas destinadas a ser refugios civiles es sintomática de los efectos corrosivos de un conflicto prolongado. El alcalde de Goma, el superintendente Kapend Kamand Faustin, expresó la angustia universal ante esta disfunción. Llamó a los desplazados a asumir la responsabilidad de la seguridad y les pidió que denunciaran movimientos sospechosos. Esto nos lleva a reflexionar sobre la noción de responsabilidad colectiva dentro de estos campos: ¿Cómo puede un espacio dedicado a la protección de las víctimas de la guerra convertirse en terreno fértil para actividades criminales?
De hecho, el aumento de la violencia en Goma no puede disociarse de una circulación incontrolada de armas de fuego y de la militarización de espacios que se supone están libres de cualquier conflicto. Este fenómeno merece un análisis en profundidad, particularmente a través de comparaciones con otras regiones afectadas por conflictos similares, como Sudán del Sur o la República Centroafricana. En estos países también se ha observado la militarización de los campos de desplazados internos, a menudo impulsada por grupos armados que buscan esconderse bajo el pretexto de protección. Esta espiral de violencia contribuye no sólo a aumentar las tensiones, sino también a la baja moral entre las poblaciones desplazadas, que se encuentran atrapadas entre la inseguridad y la desesperación.
#### El llamado al diálogo: entre la denuncia y la reconciliación
A través del discurso del presidente de la comunidad desplazada, François Ndayambaje, percibimos una clara voluntad de romper este ciclo de violencia. Al pedir a sus pares que denuncien la posesión ilegal de armas antes de que sea demasiado tarde, refleja el compromiso de la comunidad de contribuir a su propia seguridad. Esta dinámica de cooperación entre la población desplazada y las autoridades locales debe fomentarse e intensificarse. Los programas de sensibilización centrados en la protección y reintegración de los reclusos podrían desempeñar un papel vital en este proceso.
El método de movilización colectiva también podría inspirarse en los éxitos observados históricamente en otros contextos de conflicto.. Por ejemplo, la iniciativa de las Naciones Unidas de denuncia de violaciones en Liberia ha reducido significativamente la violencia sexual gracias a una mejor comunicación y al apoyo de la comunidad para denunciar los delitos.
#### Una visión a largo plazo: de la respuesta a la prevención
Más allá de las medidas inmediatas, es fundamental pensar en un enfoque preventivo sostenible. Un estudio del Instituto de Investigación para la Paz de Estocolmo (SIPRI) indica que la mayoría de los conflictos se ven agravados por desequilibrios socioeconómicos. En el caso de Goma, una región ya marcada por una fuerte inseguridad económica, la creación de oportunidades de empleo para los jóvenes desplazados podría reducir el atractivo de la participación delictiva.
La reintegración socioeconómica, combinada con programas de desarme y desmovilización de excombatientes, debería ser una prioridad en las estrategias de gestión de estos campamentos. El modelo del Programa de Desarme, Desmovilización y Reintegración (DDR) en Côte d’Ivoire podría entonces servir de ejemplo, combinando seguridad y desarrollo socioeconómico.
#### Conclusión: Un llamado a la movilización colectiva
El cierre del campamento de Lushagala es una imagen impactante pero preocupante de la realidad que enfrenta la región de Goma. Sin embargo, la reacción de las autoridades y la promesa de cooperación activa por parte de los desplazados son señales alentadoras. Es imperativo continuar los esfuerzos para detectar y denunciar las amenazas mientras se invierte en soluciones a largo plazo para establecer una paz genuina. El destino de los campamentos de desplazados ya no puede ser una cuestión de simples medidas represivas, sino que debe basarse en una visión colectiva de seguridad, cooperación y reconciliación.
Este camino hacia la seguridad sostenible no será fácil, pero es necesario para garantizar el futuro de la población de Goma y de las regiones afectadas por la guerra y la violencia. Ha llegado el momento de transformar los campos de desplazados, de lugares de sufrimiento, en verdaderos bastiones de resiliencia y esperanza.