**Una tormenta en “el Dubai de Brasil”: ¿hacia la conciencia climática?**
El sur de Brasil, en particular la región de Santa Catarina, se enfrenta a una crisis climática debido a las lluvias torrenciales que han provocado graves inundaciones. Esta trágica situación, que ocurrió en Balneário Camboriú – apodado «el Dubai de Brasil» – lo muestra elocuentemente: los estragos del clima impredecible y la rápida urbanización resaltan los problemas críticos de la gestión del agua y el saneamiento en regiones que ya son vulnerables a eventos climáticos extremos.
Las cifras hablan por sí solas: casi 60 milímetros de lluvia en Balneário Camboriú durante la noche del miércoles al jueves y unos preocupantes 102 milímetros en Itajaí, con una intensidad que alcanzó los 41 milímetros en una sola hora, ilustran un fenómeno de precipitación extrema que se está volviendo cada vez más común. En comparación, el promedio histórico de una semana de lluvia en esta región es de 100 milímetros, según indica el Instituto Nacional de Meteorología de Brasil. Estas cifras revelan que las precipitaciones extraordinarias superan con creces las normas estacionales, provocando no sólo molestias sino también un verdadero desastre para las poblaciones locales.
Las imágenes de Balneário Camboriú, bajo aguas devastadoras, traen recuerdos de otros desastres similares en todo el mundo, como los vividos en Houston durante el huracán Harvey o en Venecia durante las mareas altas provocadas por el cambio climático. Este fenómeno global de colapsos urbanos debido a patrones climáticos extremos suscita una profunda reflexión sobre nuestro modelo de desarrollo.
Más allá de las importantes pérdidas materiales, este desastre reorienta el debate sobre la necesidad de infraestructuras adaptadas a una realidad climática cambiante. Las carreteras, como la BR-101 parcialmente sumergida, son arterias vitales de la región, pero su vulnerabilidad a las lluvias torrenciales plantea cuestiones críticas sobre la planificación del uso del suelo. La vulnerabilidad de estas infraestructuras podría mejorarse mediante sistemas modernos de drenaje, zonas de retención de agua de lluvia y adaptación de los espacios urbanos al cambio climático, como recomiendan los planificadores urbanos de todo el mundo.
Al mismo tiempo, los testimonios de los residentes resaltan una realidad humana que subyace a estas figuras: aquellos que se encontraron atrapados en sus automóviles o en edificios inundados. Estas historias de angustia y resiliencia exponen las fallas de un sistema que, a pesar de los pronósticos meteorológicos avanzados, no ha logrado proteger a las personas más vulnerables.. La falta de una respuesta de emergencia eficaz, con servicios de emergencia desbordados por las demandas de ayuda, es un reflejo de otras crisis similares en los países en desarrollo, donde la falta de respuesta a las emergencias sigue siendo un desafío importante que requiere una reevaluación de las responsabilidades de las autoridades locales.
También es fundamental examinar la responsabilidad general de los actores económicos y políticos. Si bien Balneario Camboriú es a menudo destacado por su dinámico desarrollo turístico y su impresionante fachada urbana, la pregunta que surge es la sostenibilidad de este modelo. Las regiones dedicadas a la construcción de lujo y popular, que parecen ignorar las alarmantes estadísticas sobre los impactos climáticos, deben intensificar sus esfuerzos en términos de sostenibilidad ecológica y social. ¿Cómo podrían estas ciudades “modelo” aprender de otras regiones que ya han enfrentado desastres naturales?
A escala mundial, este desastre llama la atención sobre la urgencia de un cambio de paradigma en el desarrollo urbano y una filosofía de planificación innovadora. Los debates sobre la resiliencia climática se convertirán en un imperativo en las próximas décadas. Fomentando un diálogo inclusivo entre ciudadanos, urbanistas y formuladores de políticas, es posible reinventar la ciudad y evitar que Balneário Camboriú y otras “ciudades modelo” se conviertan en oscuros ejemplos de las consecuencias de nuestra inacción.
En resumen, si bien esta trágica situación ha puesto de relieve las debilidades de las infraestructuras y la vulnerabilidad de las poblaciones a las inclemencias del tiempo, también ofrece una oportunidad. Una oportunidad no sólo para evaluar el impacto de las decisiones pasadas, sino también para iniciar una reflexión sobre modelos más sostenibles que prevalezcan sobre lo efímero. Es imperativo reconocer estos desafíos como llamados a la acción, no sólo a nivel local, sino también a nivel global, para construir un futuro en el que ciudades como Balneário Camboriú puedan prosperar sin temer los caprichos de una naturaleza cada vez más salvaje.