¿Cómo la trivialización de la corrupción forma la vida diaria en África?

## Familia Corrupción cotidiana: una epidemia invisible

La corrupción, lejos de estar confinada a los escándalos de los medios, se infiltra en nuestra vida diaria, transformando gestos inofensivos en prácticas deshonestas. Ya sea a través de un sobre deslizado a un funcionario o un favor otorgado a cambio de un pequeño impulso, este flagelo se convierte en la norma en nuestras interacciones. Pero, ¿de dónde viene esta trivialización? Según expertos como Richard Housou, la desconfianza de las instituciones debilita la moralidad colectiva, presionando a los ciudadanos a soluciones desviadas. Además, la corrupción nutre una economía informal donde la más vulnerable experimenta las consecuencias más pesadas. Para luchar contra esta fatalidad, es crucial repensar la cultura social que la rodea mientras exige reformas políticas significativas. Ser consciente de su papel en este sistema y denunciar estas prácticas puede abrir el camino a un futuro donde la ética reanuda sus derechos.
### Corrupción cotidiana: un flagelo insidioso con raíces profundas

La corrupción, este mal insidioso, se manifiesta en todos los aspectos de nuestra vida diaria. Ya sea dentro de las instituciones públicas, en servicios privados o incluso en nuestras interacciones sociales, este flagelo parece penetrar el marco mismo de nuestras sociedades. De hecho, ya no se limita a escándalos de alto vuelo que se encuentran en los grandes periódicos, sino que se ha deslizado en gestos inofensivos, como la distribución de un sobre a un funcionario, o el hecho de «mojar la barba» de un maestro para obtener un favor. Este fenómeno, insidioso y a menudo trivializado, merece un análisis en profundidad para identificar los orígenes y las implicaciones sociales.

#### Una sociología de la corrupción

Para comprender mejor este fenómeno, es esencial sumergirse en las raíces sociales de la corrupción. Lejos de ser el resultado de individuos mal intencionados, la corrupción a menudo es un sistema que alienta y normaliza estos comportamientos. Históricamente, muchas compañías han visto una cultura en crecimiento donde el intercambio de ventajas, ya sea financieras o en especie, se percibe como una necesidad para navegar en los seradores burocráticos.

Los estudios han demostrado que en países como Malí o Chad, por ejemplo, la corrupción se ve impulsada en parte por los sistemas políticos fallidos, donde los mecanismos de control son insuficientes o completamente ausentes. Richard Housou, gerente de proyectos de Afrobarómetro para África francesa que habla francés, revela que la desconfianza de las instituciones a menudo es el origen de esta espiral. Cuando la población pierde la confianza en las estructuras públicas, inevitablemente recurre a otras formas de «soluciones» para resolver sus problemas diarios, haciendo que la corrupción sea casi inevitable.

### Normalización cultural

La trivialización de la corrupción también se manifiesta por una cierta forma de renuncia colectiva. En sociedades donde la percepción común es que «todos lo hacen», se vuelve más difícil para un individuo actuar éticamente sin sentirse marginado o desfavorecido. Los estudios sociológicos han revelado que en algunos países, hasta el 70% de los cuestionados consideran que la corrupción es una parte integral de la cultura local. Esta sensación de impotencia frente a un sistema percibido como vacío evita cualquier dinámica de cambio.

El universo legal también juega un papel crucial en esta dinámica. Mamadou Ismaila Konaté, ex ministro de justicia en Malí, enfatiza que las leyes contra la corrupción, aunque presente, a menudo sufren una aplicación laxa y una falta de voluntad política. Las sanciones de corrupción a veces están por debajo de lo que deberían ser para disuadir el comportamiento malicioso. Esto contribuye a la errores de la moralidad dentro de la sociedad.

#### Corrupción como sistema: una economía informal

Otro aspecto fascinante es la forma en que la corrupción crea y mantiene una economía informal. A través de transacciones no oficiales, miles de trabajadores están inmersos en una realidad donde la estafa puede parecer la única forma de avanzar en sus necesidades. Jacques Bemadjibaye Ngarassal Saham, coordinador nacional de una organización anticorrupción en Chad, dice que esta economía paralela puede aumentar los costos operativos para las empresas, ya que deben compensar los sobornos pagados para obtener servicios. Este fenómeno pesa así la competitividad de las empresas y, por extensión, sobre el crecimiento económico. Además, esto alimenta un ciclo de pobreza, donde los más vulnerables son a menudo aquellos que pagan el precio más alto por los servicios fundamentales.

#### Responsabilidad y soluciones colectivas

Entonces, ¿somos todos responsables? La respuesta no es fácil. Por un lado, la corrupción es un fenómeno sistémico cuyas raíces se sumergen en estructuras sociales, políticas y económicas. Por otro lado, cada uno de nosotros tiene un papel que desempeñar en la lucha contra este flagelo. La conciencia y la educación en la ética, desde una edad temprana, podrían constituir un medio efectivo para frustrar esta tendencia.

Las soluciones también implican reformas profundas y un compromiso sincero con los fabricantes de decisiones políticas. Oumar Doh Diamouténé, Secretario General de la Alta Autoridad para el buen Gobierno en Costa de Marfil, subraya la importancia de fortalecer la transparencia de las instituciones públicas y mejorar la responsabilidad. Una mejor gobernanza puede ayudar a restaurar la confianza de la población hacia sus representantes y, por lo tanto, reducir el comportamiento de corrupción que tiene relaciones sociales tan gangrenosas.

#### Conclusión

La corrupción no es solo un problema de moralidad individual, sino un síntoma de un sistema defectuoso. Es imperativo que cada ciudadano se dé cuenta de las implicaciones de sus acciones, al tiempo que exige reformas a escala social. Al deconstruir las normas culturales en torno a la corrupción y al ofrecer alternativas éticas, podríamos comenzar a detener este flagelo que, aunque anclado en nuestra vida diaria, no debe considerarse una mortalidad. Se deben escuchar las voces de quienes se elevan contra la corrupción, y la esperanza de un futuro más ético y transparente está a nuestro alcance si nos movilizamos juntos para un cambio duradero.

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