** Calentamiento global en África: ¿Hacia un desastre de alimentos irreversible?
Mientras el mundo está luchando con las repercusiones del calentamiento global, un informe abrumador del Centro Internacional de Agricultura y las Ciencias Biológicas (CABI) destaca la urgencia de actuar frente al aumento de las temperaturas en África. Aunque el Acuerdo de París recomienda limitar el calentamiento a +1.5 ° C, el continente podría cruzar este umbral desde 2050, exacerbando una crisis climática ya alarmante.
El hecho de que África se calienta a un ritmo mayor que el promedio mundial plantea un doble desafío. Por un lado, es responsable de una fracción insignificante de emisiones de gases de efecto invernadero, y por otro lado, está en la línea del frente de sus devastadoras consecuencias. Comprender esta disparidad destaca la responsabilidad colectiva de las naciones desarrolladas en la lucha contra el calentamiento global, pero también la urgencia de una respuesta local adaptada a las realidades africanas.
### Una tormenta perfecta para la agricultura
A través del continente, las regiones semiáridas y secas como el norte de África y Occidente ya sienten los efectos del calentamiento. Los aumentos de temperatura proporcionados entre 1.4 ° C y 2.5 ° C podrían causar reducciones de rendimiento que, si se llevan a cabo, comprometen no solo la seguridad alimentaria, sino también la estabilidad social y económica de muchos países.
Las cifras son sorprendentes: una reducción en la producción de maíz entre 2% y 57% en África occidental ya ha resonado para las alarmas para los agrónomos. Pero para contextualizar estas pérdidas, es fundamental ponerlas en perspectiva con las tendencias mundiales recientes. Por ejemplo, un informe de la FAO indica que el cambio climático podría causar una caída del 10% en los rendimientos agrícolas mundiales para 2050, pero esta amenaza está particularmente exacerbada en África debido a una fuerte población y dependencia económica marcada por el sector agrícola.
### Impacto económico y equidad social
Las repercusiones de esta crisis agrícola no se limitarán al aumento de los precios de los alimentos. De hecho, el aumento en los costos de producción, junto con una caída en la producción, podría desequilibrar seriamente las economías africanas. En los países que dependen de la agricultura, como Malawi, Kenia o Senegal, una crisis alimentaria tendría implicaciones catastróficas en el empleo, exacerbando así las desigualdades ya presentes.
Al tomar el ejemplo de Zimbabwe, un país ya plagado de dificultades alimentarias, la combinación de hiperinflación y sequía condujo a una situación humanitaria alarmante. Alrededor de 5,7 millones de personas en Zimbabwe carecen de alimentos, y esta cifra podría explotar si la producción agrícola continúa cayendo. La ecuación es simple: las pérdidas agrícolas masivas conducen a una afluencia de poblaciones hacia áreas urbanas, creando tensiones sociales, incluso conflictos para los recursos.
### Emergencia de una respuesta articulada y global
Enfrentados con la magnitud de este desafío, las medidas de adaptación y atenuación son imprescindibles. Las prácticas agrícolas tradicionales deben ser modernizadas y diversificadas. Esto incluye la adopción de cultivos resistentes al clima, mejorar las técnicas de gestión del agua, así como el apoyo a la agroecología. Como ejemplo, el éxito de iniciativas como el de la Alianza para una Revolución Verde en África (AGRA) ofrece un modelo de cooperación entre los gobiernos, las ONG y el sector privado para promover la innovación en la agricultura en África.
Sin embargo, estas medidas no serán suficientes sin un fuerte apoyo internacional. La cooperación global, que abarca inversiones masivas en infraestructura, investigación y desarrollo de tecnologías climáticas, es esencial. Desafortunadamente, los compromisos financieros actuales de los países desarrollados con África para las medidas de adaptación aún cubren solo una fracción de las necesidades reales, estimadas en varios mil millones de dólares por año.
### Reflexión ética sobre nuestras responsabilidades
También es necesario reflexionar éticamente sobre las responsabilidades inequitables frente al cambio climático. Los datos muestran que los países africanos, a pesar de su baja contribución a las emisiones globales, están en la primera línea de la crisis. COP27 en Charm El-Cheikh en 2022 subrayó esta injusticia, pero las decisiones concretas siguen siendo retrasadas.
En conclusión, mientras África está luchando contra una amenaza existencial, el mundo debe escuchar y actuar. El calentamiento global no es límites; No es solo una crisis para África, sino para toda la humanidad. Revitalizar el diálogo en torno a la justicia climática y establecer asociaciones justas y sostenibles no solo podría evitar un desastre de alimentos en curso, sino también consolidar un futuro más equitativo para todas las naciones.
El cambio climático no espera; Es hora de actuar, antes de que sea demasiado tarde.