¿Cómo puede Kinshasa convertirse en un modelo de economía circular gracias a la experiencia holandesa?

### Kinshasa y el desafío de saneamiento: una lección de los Países Bajos en gestión de residuos

El 12 de marzo de 2025, la República Democrática del Congo (RDC) cruzó una etapa crucial en su lucha contra la contaminación urbana y la gestión ineficaz de los residuos. Ese día, se selló una asociación prometedora entre el gobierno de la RDC y los expertos holandeses, con ambiciones que exceden la simple necesidad de saneamiento. Ahora es una cuestión de transformar Kinshasa, una ciudad de más de 12 millones de habitantes, en un modelo de economía circular capaz de aprovechar sus propios desechos.

### Un contexto urbano caótico

Kinshasa, como muchas megacities en desarrollo, enfrenta un desafío monumental de gestión de residuos. Las cifras están hablando: la ciudad genera alrededor de 2,000 toneladas de desechos por día, casi el 70% de las cuales terminan en descargas de aire abierto. La situación se hace más compleja por la rápida urbanización y la falta de infraestructura adecuada. Las inundaciones son comunes, exacerbadas por un sistema de drenaje obsoleto, mientras que el capital de la capital a menudo está saturado de miasmas debido a la acumulación de desechos no resueltos.

En este contexto, la visita del embajador holandés Angèle Samura marca un rayo de esperanza. Los Países Bajos, un país ampliamente reconocido por su experiencia en gestión de residuos y sostenibilidad, aportan sus conocimientos a Kinshasa, con una visión que va más allá de la limpieza simple.

### a una economía circular

La valoración de los residuos, central para esta iniciativa, representa una visión atrevida. Al transformar los rechazos en recursos, Kinshasa tiene la oportunidad de crear empleos mientras satisface sus necesidades económicas locales. El reciclaje, por ejemplo, se ha convertido en una industria floreciente en varias regiones del mundo, donde cada tonelada de plástico reciclado puede crear hasta 200 empleos. El establecimiento de tecnologías de reciclaje modernas podría causar una dinámica similar en la capital congoleña.

Los Países Bajos son la cuna de la economía circular, donde el reciclaje y la gestión de residuos se integran en la cultura corporativa y las prácticas nacionales. Como comparación, en 2020, la tasa de reciclaje de residuos en los Países Bajos alcanzó el 65%, mientras que en la RDC, es prácticamente inexistente. Las lecciones que resultarán de esta cooperación podrían servir como trampolín para una transformación a largo plazo.

### El sector privado como motor de cambio

El compromiso de los expertos holandeses no se limita a asesoramiento técnico. Al integrar el sector privado en su enfoque, insisten en la importancia de un modelo que involucra a las empresas locales en la gestión de residuos. Esta colaboración podría ofrecer una solución sostenible que no solo satisfaga las necesidades de saneamiento, sino que también contribuye al auge económico regional.

Las estadísticas son edificantes: cuando las empresas privadas participan en la gestión de residuos, es posible aumentar la tasa de recolección y reducir los costos. En India, por ejemplo, han surgido iniciativas similares, donde las empresas colaborativas han mejorado la tasa de reciclaje del 25% en solo tres años.

### Un cambio cultural para operar

El desafío no es solo en la infraestructura y la economía, sino también en el cambio de mentalidad de los habitantes de Kinshasa. La conciencia de la importancia de la clasificación y el reciclaje de residuos será crucial para el respaldo de la adhesión de la comunidad a estas nuevas prácticas. Las campañas de concientización, la clasificación de los incentivos de origen e financiero podrían hacer posible transformar la relación de los residentes al desperdicio.

Las escuelas podrían desempeñar un papel clave en este proceso, educando a las generaciones jóvenes con un comportamiento ecológico. Al integrar los programas educativos de gestión ambiental y de residuos, Kinshasa podría preparar un futuro donde la sostenibilidad se ancle en la vida diaria de los ciudadanos.

### Conclusión

La asociación entre la RDC y los Países Bajos abre nuevas perspectivas para Kinshasa, con implicaciones que trascienden el saneamiento simple. En un mundo donde los desafíos ambientales son cada vez más apremiantes, esta cooperación podría servir como modelo para otros países en desarrollo que enfrentan situaciones similares. La transformación de Kinshasa en un ejemplo de economía circular es ambiciosa, pero con un enfoque inteligente y un apoyo adecuado, la capital congoleña podría ver que sus calles pasan de vertederos a espacios de vida duraderos y prósperos.

La pelota ahora está en el campamento de los fabricantes de decisiones y ciudadanos de Kinshasa, llamado a embarcarse en este camino hacia un futuro donde cada desechos no se percibe como un problema, sino como una oportunidad.

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