** Diplomacia cultural: los problemas detrás de la inauguración del Gran Museo Egipcio **
El próximo 3 de julio marcará una fecha emblemática en la historia cultural de Egipto, con la larga inauguración del Gran Museo Egipcio (GEM). Más allá de su dimensión arquitectónica y artística, este evento simboliza una plataforma real para la diplomacia y las relaciones internacionales, en particular gracias a la iniciativa del presidente Abdel Fattah al-Sisi para invitar a Donald Trump a este prestigioso evento. Este gesto es indicativo de las nuevas características que la cultura puede tomar en el mundo político moderno.
La gema, que se extiende durante más de 480,000 metros cuadrados, no es simplemente un testigo del glorioso pasado de Egipto. Como el museo más grande del mundo dedicado a una sola civilización, también encarna una esperanza de renacimiento económico. Con unos 100,000 artefactos que alberga, haga piezas invaluables de la tumba de Toutankhamon, el museo tiene como objetivo atraer a millones de visitantes internacionales. Desde un punto de vista económico, un estudio reciente del Consejo Mundial de Viajes y Turismo estima que el sector turístico podría representar hasta el 12% del PIB egipcio para 2025, siempre que iniciativas como estas estén completamente explotadas.
El agradecimiento de Mohamed Orabi a la política exterior prudente de al-Sisi no son triviales. Lo que es notable aquí es la forma en que el presidente egipcio usa la diplomacia cultural para fortalecer no solo sus relaciones bilaterales, sino también para dar forma a la percepción de Egipto en la escena mundial. Al invitar a un ex presidente estadounidense, Al-Sisi no solo busca establecer una asociación con los Estados Unidos, sino que también coloca a Egipto como actor esencial en el contexto de los diálogos interculturales.
Si bien algunos pueden ver en este gesto una simple maniobra diplomática, es crucial examinar la forma en que la cultura y la historia pueden servir como puentes entre las naciones. Tomemos, por ejemplo, la idea del «poder blando», un concepto popularizado por Joseph Nye denunciando la capacidad de un país para influir en otros por atracción y no por coerción. La inauguración de la gema puede percibirse como un acto de poder blando, donde la cultura egipcia se posiciona en el centro de una narración global. Esto recuerda otros ejemplos internacionales, como la reapertura del Louvre Abu Dhabi, que, a través de su arquitectura y su colección, ha atraído a los líderes mundiales para promover una imagen de pluralidad y erudición.
Desde un punto de vista estadístico, la energía que subyace en este evento se puede medir de varias maneras. El impacto de un museo como la gema en el turismo egipcio tiene el potencial de crear miles de empleos, mejorar la infraestructura local y estimular el comercio. Por lo tanto, la gema no solo puede actuar como un catalizador cultural, sino también como una palanca económica en un país que lucha por diversificar sus fuentes de ingresos.
Sin embargo, esta apertura cultural no está libre de críticas. Es esencial cuestionar la forma en que se construye la historia egipcia y que posee sus narraciones. Si bien la gema se esfuerza por contar la historia de Egipto a través de sus artefactos, el resaltado de una sola voz a menudo puede oscurecer los relatos multipolar de otras culturas locales o menos representadas. Los próximos años serán decisivos para ver cómo al-Sisi y su gobierno navegarán estas complejas aguas mientras anclan su imagen en la modernidad.
En última instancia, la inauguración del Gran Museo Egipcio no solo simboliza un avance para Egipto, sino que plantea la cuestión de nuestra misma concepción de la diplomacia. En un mundo donde la cultura se convierte en una moneda cada vez más apreciada, será interesante seguir el impacto de esta iniciativa en la percepción internacional de Egipto, así como en el futuro de las relaciones bilaterales entre las naciones.
La conclusión de que uno podría sacar aquí sería que la cultura, lejos de ser un simple acceso a los bienes materiales, es en realidad una dimensión integradora de la estrategia política. Al mezclar historia, economía y diplomacia, al-Sisi y su administración parecen estar decididos a poner la riqueza cultural de Egipto en el centro del debate internacional. En las próximas décadas, el gran museo egipcio podría convertirse en la cuna de una redefinición de la influencia egipcia en la escena mundial.