### cine egipcio en Cannes: una voz para los refugiados
La 78ª edición del Festival de Cannes destaca el cine egipcio, con una iluminación particular sobre los temas vinculados a la inmigración y los refugiados, ilustrados por el trabajo del director Morad Mostafa. Su primer largometraje,*Aïcha no puede volar*(*Aisha no puede volar*), es parte de una tradición cinematográfica egipcia que busca abordar problemas sociales complejos a través del prisma de la ficción.
### Inmigración: un tema sensible
La inmigración es un fenómeno omnipresente que afecta a varias regiones del mundo, y particularmente a África. El Cairo, la capital egipcia, es una encrucijada de culturas, donde las poblaciones migrantes, en busca de una vida mejor, se encuentran y coexisten con los egipcios. Morad Mostafa, enraizado en este contexto, representa la realidad de estos migrantes, especialmente a través del carácter de Aïcha, una joven sudanesa que huía de la guerra.
Mostafa evoca la inspiración de su película, tomada de una experiencia personal en un microbus de El Cairo. Esta anécdota plantea la cuestión del sufrimiento invisible que los migrantes pueden llevar en sociedades ya confrontadas con sus propios desafíos. La reactividad de la joven, que expresa un profundo dolor y desesperación, no solo cuestiona las causas de su angustia, sino también de lo que puede revelar dinámicas sociales dentro de la población egipcia.
#### Una narración delicada
*En Aïcha no puede volar*, la historia se centra en las luchas diarias del protagonista. Al tratar de escapar de su trágica situación, Aïcha se encuentra confrontado no solo con la violencia de la guerra que huyó, sino también lo que se manifiesta en la sociedad egipcia. Las desigualdades, las frustraciones y los prejuicios hacia los migrantes juegan un papel clave en su carrera.
El intento del director de fusionar una narración realista con elementos de fantástica y de acción puede despertar preguntas. ¿Es una forma de capturar la atención de una audiencia a menudo insensible por la exageración de imágenes violentas? ¿Podemos enriquecer este discurso por parte de la metáfora para comunicar mejor la complejidad del sufrimiento humano? Al integrar esta mezcla de géneros, Mostafa puede querer traer a los espectadores a considerar la inmigración desde un ángulo más empático.
#### Reflexión y cuestionamiento
Detrás de la película hay una pregunta más grande: ¿cómo las empresas dan la bienvenida al otro? En Egipto, el discurso oficial sobre los migrantes a veces es ambivalente. Por un lado, el país tiene una larga historia de recepción de refugiados, pero por el otro, la realidad diaria puede revelar tensiones. ¿Puede la representación de estas realidades en el cine contribuir a cambiar las percepciones, promover una mayor comprensión e influir en el debate público?
La respuesta a estas preguntas solo puede ser matizada. El cine, aunque no tiene el poder de resolver el laberinto político y social, puede ofrecer una plataforma para discutir los problemas relacionados con la inmigración. El trabajo de Morad Mostafa, como otros directores comprometidos, tiene el potencial de humanizar las historias a menudo reducidas a las estadísticas, dar voz a la voz y cuestionar los prejuicios.
#### Conclusión
La presencia del cine egipcio en Cannes, con películas como *Aïcha no puede volar *, representa no solo un momento de celebración artística, sino también una oportunidad para reflexionar sobre las realidades humanas fundamentales. A través del prisma de la inmigración, Morad Mostafa invita a su audiencia a considerar la complejidad de las experiencias humanas, al destacar historias de sufrimiento y resiliencia.
No es solo una cuestión de destacar los desafíos encontrados por los refugiados, sino también de explorar la dinámica social que influyen en sus vidas. En un mundo en constante evolución, la comprensión y la compasión son más esenciales que nunca. En este sentido, el cine, como arte y herramienta para el diálogo, tiene un papel clave que desempeñar en la construcción de un futuro en el que todos puedan esperar volar, sin temor a desmoronarse bajo los pesos del pasado.