Los congoleños llamaron a un despertar colectivo para construir una nación fuerte a medida que se acerca el 65 aniversario de la independencia.

El 1 de junio de 2025, un culto patriótico celebrado en Kinshasa, en la República Democrática del Congo, despertó reflexiones sobre el papel de la espiritualidad e instituciones religiosas en la construcción de la identidad nacional. Organizado con el enfoque del 65 aniversario de la independencia del país, este evento reunió varias denominaciones religiosas y figuras políticas, destacando los complejos desafíos que enfrenta la RDC, como la corrupción, el clientelismo y los conflictos armados. El arzobispo Evariste Ejiba, una figura central en adoración, pidió un "despertador" colectivo para promover un cambio duradero, mientras evocaba la necesidad de abordar las injusticias y sufrimientos del congoleño, especialmente en el este del país. Esta reunión, aunque simbólica, plantea preguntas sobre la capacidad de diferentes comunidades para trascender los escisiones históricas para comenzar un diálogo restaurativo y construir un futuro común. En este contexto rico y matizado, se hace esencial reflexionar sobre el papel de la educación y la participación cívica en la búsqueda de una sociedad más unida y resiliente.
** El despertar del gigante: reflexiones sobre una adoración patriótica en la República Democrática del Congo **

El 1 de junio de 2025, se celebró un evento significativo en Kinshasa, la capital de la República Democrática del Congo (RDC): una adoración patriótica titulada «El despertar de la República Democrática Gigante del Congo» reunió a varias confesiones religiosas y personalidades políticas en un momento de reflexión sobre la identidad nacional y los desafíos contemporáneos. Organizado un mes desde el 65 aniversario de la independencia del país, este evento cuestiona tanto el lugar de espiritualidad en la construcción de la nación como el papel de los líderes religiosos en el paisaje sociopolítico congoleño.

El arzobispo Evariste Ejiba, una figura central de este evento y presidente de la Plataforma de Confesiones Religiosas (ERC), lanzó un fuerte atractivo para todos los congoleños para «despertarse» para construir una nación fuerte, instando a la oración y la súplica por el bien común. Este discurso, que evoca la necesidad de un cambio profundo en las mentalidades, plantea la siguiente pregunta: ¿cómo puede la espiritualidad servir como una herramienta para la transformación social y nacional en un país que lucha con varios desafíos, que van desde la corrupción hasta los conflictos armados?

En su discurso, el arzobispo enfatizó la necesidad de abandonar prácticas como la corrupción, el clientelismo y el tribalismo, males que socavan los cimientos de la sociedad congoleña. Esto insisten en la necesidad de un cambio en el comportamiento resuena, particularmente en un contexto en el que la RDC a menudo se percibe como un país rico en recursos pero presa de las crisis crónicas. Esto cuestiona la responsabilidad de la política, los religiosos y los ciudadanos en la construcción de un futuro pacífico.

La presencia conjunta de varias denominaciones religiosas durante este culto también muestra el potencial de una unidad interreligiosa. En un país donde la diversidad religiosa a veces puede ser una fuente de tensión, tal rally podría percibirse como un avance hacia una cohesión social más fuerte. Sin embargo, es crucial cuestionar si este impulso será suficiente para superar las escisiones históricas y las desigualdades persistentes. La unidad proclamada durante este evento debe dar lugar a acciones concretas y un compromiso colectivo de abordar las injusticias y la discriminación.

El arzobispo Ejiba también mencionó los sufrimientos de los congoleños en la parte oriental del país, donde los conflictos armados han causado crisis humanitarias y humillaciones continuas. Aquí, el discurso debe estar atento, porque es esencial reconocer la complejidad de las relaciones regionales, incluida la participación de Ruanda y grupos armados como M23-AFC. Este aspecto del problema no puede ser ignorado si se trata de llegar a un verdadero despertar nacional más allá de las simples palabras y oraciones.. Un enfoque inclusivo, que incluye el diálogo con todos los actores, incluidos los en posiciones de conflictos, podría abrir el camino para soluciones duraderas.

El culto ha tomado una dimensión simbólica, que representa un deseo de renacimiento y cambio. Sin embargo, debe estar acompañado de iniciativas que promueven efectivamente el diálogo, la reconciliación y la educación cívica. El lugar de la educación en este proceso no puede subestimarse. Constituye un pilar fundamental para inculcar valores de respeto, justicia y responsabilidad ciudadana. En este contexto, ¿cómo pueden colaborar las iglesias y comunidades para desarrollar programas educativos que promuevan la paz y la solidaridad?

En última instancia, el evento Kinshasa invita a una profunda reflexión sobre el futuro de la RDC. Él plantea la cuestión de cómo la espiritualidad y el compromiso cívico pueden converger para enfrentar los complejos desafíos que afectan a la nación. Las palabras de esperanza y unidad deben ser seguidas por acciones concretas, que implican una movilización de todos los estratos de la sociedad para construir, juntos, un país resistente y próspero. El despertar del gigante es quizás también el de las conciencias, que llama a todos a jugar su parte en la historia de un país que aspira a un futuro mejor.

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