Sudáfrica, un país con abundantes recursos y un inmenso potencial, fue recientemente objeto de una profunda investigación por parte del Relator Especial de las Naciones Unidas sobre Sustancias Tóxicas y Derechos Humanos, Marcos Orellana. Su visita al país en julio y agosto del año pasado destacó importantes cuestiones relacionadas con la contaminación tóxica y su impacto en los derechos humanos.
La contaminación del aire, la transición energética justa, la minería, la gestión de sustancias peligrosas, los pesticidas y la gestión de residuos estuvieron en el centro de las preocupaciones planteadas por Orellana. A pesar de una legislación sólida en Sudáfrica, la implementación y el cumplimiento de estas leyes se ven obstaculizadas por la falta de recursos financieros y humanos, así como por leyes obsoletas que otorgan exenciones y aplazamientos con criterios cuestionables.
Gigantes industriales como Eskom y Sasol, por nombrar solo dos, se han beneficiado de aplazamientos y exenciones de las normas mínimas de emisiones desde 2015, en detrimento de la salud de las poblaciones, en particular de las comunidades marginadas y de bajos ingresos.
La contaminación del aire, debida principalmente a la quema de carbón, tiene un impacto devastador en la salud pública y la economía. Las normas de calidad del aire en Sudáfrica son menos estrictas que las directrices de la Organización Mundial de la Salud (OMS), lo que pone a las personas en mayor riesgo de sufrir enfermedades respiratorias y otros problemas de salud.
Además, el sector de agua y saneamiento en Sudáfrica enfrenta grandes desafíos, con una falta de inversión en mantenimiento de infraestructura y una gestión ineficiente de los recursos hídricos. Se han destacado ejemplos concretos de incumplimiento por parte de empresas y autoridades locales, que ponen en riesgo la calidad del agua potable y el medio ambiente.
A pesar de los notables avances en la transición energética justa, la concesión de licencias para nuevos proyectos con uso intensivo de gases de efecto invernadero socava los objetivos de sostenibilidad ambiental del país.
En resumen, Sudáfrica enfrenta grandes desafíos en términos de protección ambiental y derechos humanos, que requieren una acción urgente y concertada por parte de las autoridades y las partes interesadas de la industria para asegurar un futuro saludable y sostenible para todos.