El impacto devastador de las inundaciones en el norte de Nigeria continúa provocando tragedias: se ha confirmado la muerte de al menos seis personas y más de 10.000 residentes han quedado sin hogar en once comunidades afectadas. Las autoridades del estado de Adamawa, conocido por su vulnerabilidad a las inundaciones, están preocupadas por las fuertes lluvias que provocaron estas recientes inundaciones, sobre todo porque la temporada de lluvias aún no ha alcanzado su punto máximo. Los ríos, como el Benue, se están desbordando, provocando inundaciones generalizadas que afectan a aldeas, tierras de cultivo e infraestructuras.
Kaletapwa Farauta, vicegobernador del estado de Adamawa, afirmó que las inundaciones se produjeron antes de lo esperado debido al cambio climático y otros factores y subrayó que la gente fue tomada por sorpresa. “Aunque esperamos inundaciones, no estamos en agosto. En general tendemos a anticiparnos al mes de septiembre”, añadió.
El gobierno estatal ha admitido que las recientes inundaciones pueden no ser tan graves como las de años anteriores, pero ha instado a los residentes de las zonas bajas a lo largo del río Benue a acudir a uno de los ocho sistemas internos de campamentos de desplazados implementados en colaboración con el Agencia Nacional de Manejo de Emergencias.
En 2022, Nigeria experimentó las peores inundaciones en más de una década, con más de 600 muertes, 1,4 millones de personas desplazadas y más de 400.000 hectáreas de tierras agrícolas destruidas.
Esta serie de alarmantes desastres naturales resalta la urgencia de una acción concertada para abordar los desafíos que plantea el cambio climático y fortalecer las medidas de mitigación de riesgos para proteger eficazmente a las poblaciones vulnerables contra tales desastres. La importancia de la concientización, la preparación y la implementación de medidas de emergencia se está volviendo cada vez más crucial para garantizar la resiliencia de las comunidades locales frente a estos eventos devastadores.