**Fatshimetria**
El inicio del curso escolar anunciado para el lunes 2 de septiembre estuvo marcado por un disturbio inesperado en la región de Lubero. De hecho, los estudiantes se vieron obligados a dar media vuelta y regresar a casa porque las aulas todavía estaban ocupadas por personas desplazadas que habían huido de la reciente ocupación de varias localidades por parte de los rebeldes del M23.
Las escuelas primarias de Muchungaji, Kilalo, Migheri, Kahisi, así como el Instituto Ivatsiro se vieron especialmente afectadas por esta situación. Los estudiantes se encontraron en una situación sin precedentes, compartiendo instalaciones escolares con personas desplazadas que buscaban seguridad.
Balira Kakule, directora de la escuela primaria de Muchungaji, habló sobre esta situación particular: “Algunas personas desplazadas querían ofrecer a los niños el derecho a la educación. Acordaron compartir aulas con nuestros estudiantes. Todas las mañanas guardan sus cosas para poder realizar las clases. »
El coronel Alain Kiwewa, administrador del territorio de Lubero, anunció que se estaban tomando medidas para reubicar a los desplazados y encontrarles refugio temporal. Gracias a la ayuda del Gobierno y de los socios humanitarios, se están desarrollando varios sitios adecuados para alojar a estas personas desplazadas.
En el sur del territorio de Lubero, el inicio del curso escolar se produjo en condiciones precarias en las localidades ocupadas por la M23. Los estudiantes tuvieron que mostrar coraje y determinación para continuar su educación a pesar de los desafíos y el malestar causado por la inestabilidad en la región.
Esta situación plantea cuestiones cruciales sobre el acceso a la educación en zonas de conflicto y la necesidad de garantizar un entorno de aprendizaje seguro y propicio para todos los niños, cualesquiera que sean las circunstancias. Es esencial que las autoridades locales y los actores humanitarios trabajen juntos para garantizar el bienestar y la educación de las poblaciones vulnerables afectadas por conflictos armados y desplazamientos forzados.
En estos tiempos de incertidumbre, la educación parece ser un baluarte contra la oscuridad, ofreciendo a los jóvenes la oportunidad de construir un futuro mejor a pesar de las dificultades encontradas. Es esencial apoyar estas iniciativas educativas en zonas de crisis para preservar la esperanza y la aspiración de un futuro más sereno para las generaciones futuras.