Poco más de un año después de la tragedia de las inundaciones que azotó la ciudad costera de Derna en Libia, los residentes están tratando de reconstruir a pesar de la pérdida irreparable de sus seres queridos. En septiembre del año pasado, dos presas situadas aguas arriba de la ciudad colapsaron bajo el peso de lluvias torrenciales, provocando una marejada mortal que arrasó con todo lo que encontró a su paso.
Las consecuencias de este desastre fueron devastadoras. Miles de personas fueron arrastradas y murieron, mientras que decenas de miles más se vieron obligadas a huir de sus hogares. Los habitantes de Derna todavía recuerdan el terrible sonido de las presas al romperse bajo la presión del agua, anunciando la inminente tragedia. En unos momentos, barrios enteros quedaron sumergidos, casas sumergidas y familias diezmadas.
Mohsen al-Sheikh, actor y administrador de teatro de 52 años, perdió a 103 familiares en el desastre. Su sobrino vio a su esposa e hijos arrastrados por las olas, sus cuerpos nunca fueron encontrados. Las cifras oficiales hablan de miles de muertos, desaparecidos y desplazados. Esta tragedia dejó cicatrices profundas e imdelebles en el tejido social de Derna.
La ciudad, que alguna vez fue un importante centro cultural en Libia, ya ha estado marcada por años de conflicto y división. Después del levantamiento de 2011, quedó bajo la influencia de grupos extremistas, incluido el Estado Islámico. Pero fue la tormenta Daniel la que causó la destrucción más masiva de Derna. Las lluvias torrenciales se han visto exacerbadas por el cambio climático, lo que hace que este tipo de eventos sean 50 veces más probables, según un análisis de un grupo de meteorólogos.
A pesar de los esfuerzos de reconstrucción realizados por las autoridades locales, la tarea promete ser colosal. Se están reconstruyendo un puente y una mezquita y se están creando proyectos de viviendas para las víctimas. Sin embargo, los observadores internacionales advierten de la necesidad de un apoyo masivo para que Derna pueda recuperarse.
Más allá de las ruinas y las pérdidas inconmensurables, emerge un rayo de esperanza en la resiliencia y determinación del pueblo de Derna. A pesar de las cicatrices que dejó la tragedia, se levantan, tomados de la mano, para reconstruir su ciudad y su futuro.