**Fatshimetria**
La violencia en las escuelas es un flagelo que sigue suscitando indignación y consternación. Recientemente, el territorio de Nyiragongo en Kivu del Norte y el instituto Madame de Sévigné de Limete en Kinshasa fueron escenario de actos atroces que costaron la vida a los estudiantes, dejando tras de sí un sentimiento de tristeza e incomprensión.
En reacción a estas tragedias, la ministra de Estado, Raïssa Malu, del Ministerio de Educación Nacional y Nueva Ciudadanía, expresó su profunda consternación en un comunicado de prensa oficial. Destacó la importancia de realizar investigaciones profundas para esclarecer estos trágicos hechos e identificar a los responsables de estos actos inmundos.
Es fundamental enfatizar que la seguridad de los estudiantes es una prioridad absoluta y que no se puede tolerar ninguna forma de violencia, ya sea dentro de los establecimientos educativos o fuera de ellos. Las autoridades competentes deben actuar con firmeza y determinación para garantizar un ambiente escolar seguro y propicio para el aprendizaje.
Al presentar sus condolencias a las familias de las víctimas, la ministra Raïssa Malu reafirmó también su apoyo a las investigaciones en curso e insistió en la necesidad de establecer claramente las responsabilidades. Es imperativo que se haga justicia y que se tomen medidas apropiadas para prevenir tragedias de este tipo en el futuro.
Estos trágicos acontecimientos resaltan la urgencia de fortalecer la seguridad escolar y crear conciencia en toda la sociedad sobre la importancia de promover un clima de no violencia y respeto dentro de nuestras comunidades educativas. Las escuelas deben ser lugares de conocimiento, intercambio y bondad, donde cada estudiante se sienta seguro y tenga la oportunidad de prosperar plenamente.
En conclusión, es fundamental que estos eventos sirvan como catalizador de acciones concretas encaminadas a prevenir la violencia en las escuelas y garantizar la protección de niños, niñas y adolescentes. La solidaridad y la cooperación de todos los actores de la sociedad son esenciales para construir un futuro mejor y más seguro para las generaciones futuras. Es nuestro deber colectivo hacer todo lo posible para garantizar que tales tragedias no vuelvan a ocurrir.