Fatshimetrie: Agricultores discapacitados en la República Centroafricana cultivan con triciclos y sillas de ruedas
En el corazón de la República Centroafricana, en la región de Kaga-Bandoro, un grupo de agricultores como ningún otro destaca por su valentía y determinación. Estos hombres y mujeres, miembros del grupo Wanzin, han encontrado un nuevo camino en la agricultura a pesar de sus discapacidades físicas. Víctimas de enfermedades, accidentes o heridas de guerra, decidieron no dejarse vencer y luchar por su autonomía y dignidad.
Al conocer a Aboubacar, un granjero que sufre polio desde los 4 años, descubrimos a un hombre lleno de orgullo y resiliencia. A sus 28 años, trabaja incansablemente en su campo de yuca, manejando su azada con una mano firme mientras conduce su triciclo de tres ruedas con la otra. Su historia es la de una lucha diaria para ganarse la vida, lucha que lidera con valentía y determinación a pesar de las dificultades.
El grupo Wanzin, formado por hombres y mujeres discapacitados, produce una variedad de cultivos que van desde maíz hasta sésamo y maní. Todos, en su silla de ruedas o triciclo, participan activamente en las tareas agrícolas, desyerbando, arando y cosechando con determinación inquebrantable. Marius, amputado tras un accidente, se siente plenamente realizado en sus actividades agrícolas. Para él, cultivar la tierra es mucho más que un simple trabajo, es una búsqueda de libertad e independencia frente al estigma y la marginación.
Sin embargo, el acceso a un triciclo sigue siendo un gran desafío para estos agricultores discapacitados. Los elevados costes, que oscilan entre 180.000 y 200.000 francos CFA, constituyen un obstáculo importante para su autonomía. Es el caso de Marie-Claire, apasionada de la agricultura pero obligada a arrastrarse por el campo por falta de medios para conseguir un triciclo o prótesis. A pesar de estos obstáculos, ella continúa cultivándose con energía y determinación.
Entre estos agricultores discapacitados, Ali optó por volver a capacitarse en agricultura después de que un accidente de tráfico le obligara a dejar su trabajo como guardia de seguridad. Cada año, el grupo produce cantidades impresionantes de alimentos, generando importantes ingresos para invertir en la compra de triciclos para los miembros sin medios y para pagar los salarios necesarios.
Su compromiso va más allá de las fronteras de la República Centroafricana, ya que el grupo Wanzin comercializa sus productos más allá de las regiones vecinas, contribuyendo así al desarrollo económico local y fomentando el trabajo de las personas con discapacidad. Su historia ejemplar es motivo de inspiración y orgullo, y demuestra que la discapacidad no es un obstáculo insuperable cuando hay voluntad y solidaridad.