Influencia y poder político en Nigeria: conociendo a los padrinos y mentores

El panorama político de Nigeria está marcado por figuras influyentes y dinámicas complejas que dan forma al poder y la autoridad dentro del Estado. Entre estas personalidades, Bola Tinubu, apodado Jagaban Borgu, destaca por su capacidad para ejercer una influencia omnipresente y moldear el destino político de múltiples actores.

Tinubu encarna la figura emblemática del padrino político, capaz de instalar a sus protegidos en puestos clave y controlar el destino del estado más rico del país, Lagos, durante más de 25 años. Su capacidad para colocar a dos presidentes al frente de Nigeria, incluido él mismo, demuestra su habilidad estratégica y su control sobre el juego político nacional.

El ascenso de Tinubu en el juego político-estratégico nigeriano ha dado forma a un nuevo paradigma en torno a lo que representa el clientelismo político. Su modelo ha inspirado a muchos gobernadores salientes a buscar igualar su influencia, pero la realidad de esta búsqueda resulta ser más compleja de lo esperado.

El ejemplo de Atiku Abubakar, ex vicepresidente de Nigeria, ilustra un enfoque diferente del liderazgo político. Al ceder el poder a su adjunta, Bonnie Haruna, y adoptar el papel de mentor en lugar de padrino, Atiku pudo forjar vínculos de confianza y colaboración que duraron más allá de su mandato.

De manera similar, la experiencia del ex gobernador Ali Sheriff del estado de Borno pone de relieve los riesgos de querer desempeñar el papel de Jagaban. Después de instalar a un sucesor, Kashim Shettima, Sheriff se encontró con una resistencia inesperada de este último, que supo defender su autonomía y su liderazgo frente a las presiones del poder depredador.

La sabiduría política de Shettima, que reconoció los límites del clientelismo político excesivo, y su capacidad para pasar la antorcha a un sucesor competente, concretamente Babagana Zulum, fortalecieron la estabilidad y el desarrollo del estado de Borno.

Sin embargo, el paralelo con la situación actual en el estado de Rivers, donde el gobernador Ezenwo Nyesom Wike está tratando de replicar el modelo de patrocinio de Tinubu, plantea dudas sobre la viabilidad de esta estrategia en un contexto político y cultural diferente.

La resistencia de Wike a aceptar las especificidades de la política fluvial, basada en un sistema de poder equitativo y una tradición republicana, corre el riesgo de chocar con las realidades locales y provocar tensiones internas.

En definitiva, el ejemplo de Tinubu y de los diversos actores políticos nigerianos subraya la importancia de la flexibilidad, la prudencia y el reconocimiento de las especificidades locales en la gestión del poder político. El liderazgo político no puede reducirse a una simple cuestión de juego de influencia, sino que debe basarse en la confianza, el respeto mutuo y la colaboración para garantizar un futuro estable y próspero para Nigeria..

Esta reflexión nos invita a repensar nuestras concepciones del poder político y a promover un enfoque más inclusivo que respete las particularidades regionales en la gobernanza del país.

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