Ruanda, a través de sus fuerzas de defensa, está desplegando tropas en Mozambique para apoyar los esfuerzos por combatir una insurgencia respaldada por el Estado Islámico. La Unión Europea anunció recientemente que proporcionaría una ayuda financiera de 20 millones de euros para apoyar esta misión, duplicando la cantidad prometida anteriormente en 2022.
Durante tres años, las fuerzas ruandesas han desempeñado un papel crucial para mantener a raya a la insurgencia, ayudando a estabilizar la región donde los enfrentamientos interrumpieron un proyecto de exportación de gas natural licuado. Según Josep Borrell, vicepresidente de la Comisión Europea, la presencia de tropas de Defensa ruandesas fue crucial para el progreso y sigue siendo esencial para la continuación de las operaciones en Mozambique.
Esta asignación de fondos de la UE se considera una muestra de apoyo a las “soluciones africanas a los problemas africanos”. Sin embargo, a pesar de la anticipación del acuerdo, surgieron tensiones, en particular debido a una condición emitida por Bélgica. De hecho, este último recordó su condena de las acusaciones según las cuales las tropas ruandesas apoyaron a los rebeldes del M23 en la República Democrática del Congo.
A principios de este año, un informe de las Naciones Unidas acusó a Ruanda de ayudar al grupo rebelde M23 en su lucha contra las fuerzas congoleñas en el este de la República Democrática del Congo. Esta supuesta implicación pone de relieve un contexto complejo en el que se produce la intervención de las fuerzas ruandesas en Mozambique.
Así, a pesar de la importancia de la acción de las tropas ruandesas en la región, persisten preocupaciones sobre las ramificaciones políticas de su participación en otros conflictos en África. La necesidad de una intervención específica para combatir la insurgencia respetando al mismo tiempo los principios de no interferencia en los asuntos internos de los Estados vecinos sigue siendo una cuestión fundamental que hay que vigilar.