En medio de la reciente agitación política en Mozambique, el presidente Filipe Nyusi ha pedido el fin de las protestas por los controvertidos resultados electorales. Sosteniendo que estas manifestaciones corren el riesgo de “destruir el país” y su infraestructura, abogó por la preservación de la paz y la estabilidad nacional.
A pesar de los llamamientos a la moderación, las tensiones persisten y el Ministro de Defensa ha planteado incluso la posibilidad de desplegar el ejército para restablecer el orden ante los disturbios actuales. Los informes de asociaciones médicas indican una docena de muertos y muchos heridos durante los recientes enfrentamientos.
En Maputo, la capital, en las calles resuenan los clamores de los manifestantes que denuncian la violencia policial. La policía, utilizando gases lacrimógenos y disparos, justificó su acción como un medio para restablecer el orden público, tras las protestas que se habían tornado violentas.
La controversia política tiene su origen en los resultados de las elecciones del 9 de octubre, que declararon la victoria del partido gobernante Frelimo, fortaleciendo así su dominio político de casi cinco décadas. Sin embargo, las acusaciones de fraude electoral provienen de candidatos y observadores de la oposición.
Ante estas protestas, la Comisión Electoral guardó silencio, dejando dudas sobre la transparencia del proceso electoral. Mientras tanto, el partido opositor Podemos presentó un recurso ante el consejo constitucional para impugnar los resultados.
Estos acontecimientos plantean interrogantes sobre el futuro democrático de Mozambique y exigen una reflexión profunda sobre la estabilidad política y la justicia electoral. En un contexto de crecientes tensiones, la voz del pueblo resuena en las calles, exigiendo transparencia y respeto a la voluntad popular.