¿Por qué la supuesta confiscación del pasaporte de Monseñor Nshole revela las crecientes tensiones entre el estado y la iglesia en la RDC?

### Crisis diplomática y religiosa en la RDC: burbujea debajo de la superficie

La República Democrática del Congo (RDC) se afirma una vez más como el Teatro de Tensiones que se opone no solo a sus vecinos, sino también a sus propias instituciones. Las recientes acusaciones de confiscación de pasaportes contra el monseñor Donatien Nshole, Secretario General de la Conferencia Nacional Episcopal de Congo (CENCO), revelan una profunda fractura dentro del Echiquier Nacional. Este caso, más allá de los simples informes informados, plantea preguntas sobre las relaciones entre el estado, la iglesia y la sociedad civil en un país donde las tensiones políticas, étnicas y sociales se ven exacerbadas por un clima de inseguridad persistente.

La Dirección General de Migración (DGM), dirigida por el tándem Roland Kashantwale y Papy Mbuyi Kanguvu, rechazó firmemente las acusaciones de confiscación del pasaporte. Su argumento, que estipula que un seguimiento administrativo tal como debe llevarse a cabo en Kinshasa y no en Lubumbashi, destaca una visión burocrática que parece desconectada de la realidad de los hombres e instituciones que administra. «¿Por qué confiscaríamos el pasaporte del Arzobispo Donatien Nshole y dejaríamos el del Arzobispo Fulgence Muteba?»

### Un contexto de tensiones

Esta prueba de fuerza entre el DGM y el Cenco es parte de un marco más amplio de tensión de las relaciones entre la iglesia y el estado. Es interesante enfatizar que Cenco y la Iglesia de Cristo en el Congo (ECC) lanzaron recientemente un llamamiento para el «Pacto Social para la Paz y Viviendo bien», una iniciativa destinada a consolidar la paz en el país y promover la cohesión social en un contexto difícil. Este impulso de la iniciativa por parte de las iglesias destaca su papel como jugadores políticos, un papel que el estado actual parece querer reducir.

### Un equilibrio de poder apresurado

El desafío de esta iniciativa de la familia política del presidente Félix-Antoine Tshisekedi es parte de un esquema clásico donde el estado intenta mantener su autoridad frente a las entidades que buscan micro-gerente ciertas dimensiones de la vida cívica y política. Sin embargo, esta confrontación, lejos de ser una simple guerra de prestigio, revela una dinámica política importante. La Iglesia, que traduce la voz de las poblaciones que sufren, a menudo se prepara como defensor de los derechos humanos, donde el estado lucha por responder de manera efectiva a las necesidades básicas.

La exclusión de esta iniciativa a favor de procesos regionales como los de Luanda y Nairobi ilustra una política de descenso de la población congoleña en la toma de decisiones que se refieren a su propia paz y seguridad.. El hecho de que la RDC se mantenga en un ciclo de dependencia de mediaciones extranjeras refuerza el poder percibido de los actores externos, al tiempo que debilita aún más la soberanía nacional.

### La voz de la gente

De hecho, en un país donde casi el 60% de la población vive debajo de la línea de pobreza, la voz de la iglesia, como mediador de aspiraciones populares, es más crucial. Sus afirmaciones no son simplemente una lucha por la paz, sino un grito de desesperación ante un estado de inseguridad que se ha perdido durante décadas. Las regiones del este de la RDC, en particular, están afectadas por la violencia incesante, nutridas por rivalidades tribales y económicas exacerbadas.

Para ilustrar esta realidad, las estadísticas muestran que en los últimos tres años, la violencia relacionada con el conflicto armado ha causado alrededor de 4 millones de nuevos desplazados en la RDC, lo que hace que el país sea uno de los más afectados por las crisis humanitarias. En este contexto, el potencial de un «pacto social» para la paz se vuelve aún más impactante y esencial.

### Una necesidad de diálogo

Por lo tanto, se vuelve urgente que el discurso entre la iglesia y el estado evolucione para acomodar mejor la dinámica sociopolítica en curso. Cenco y ECC no buscan suplantar el papel del estado, sino crear un marco para el diálogo que pueda encarnar la voz de las personas y evitar que la RDC se hunda más en el caos. Es un llamado a responsabilidad compartida, reconciliación y esfuerzo colectivo para construir una paz duradera.

Está claro que la necesidad de recuperar los vínculos entre los diferentes componentes de la sociedad congoleña es más apremiante que nunca. La confianza en las instituciones solo vendrá por el reconocimiento mutuo de los roles que todos deben desempeñar, con el único objetivo del bienestar del pueblo congoleño. Si las tensiones de este asunto de pasaporte parecen ser accesorios en un momento, en realidad hacen posible señalar cuestiones cruciales para el futuro de la RDC y su empresa.

En un contexto en el que el futuro del país está en juego, la mayor atención prestada por los medios y los ciudadanos en los desarrollos de esta situación podría desempeñar un papel clave en la evolución de la dinámica entre el estado, la iglesia y la sociedad civil. A través de este conflicto, los contornos de un futuro están tomando forma que podrían, finalmente, recurrir a la paz y la prosperidad.

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