Los violentos enfrentamientos entre las fuerzas del gobierno congoleño y los rebeldes del M23 continúan sacudiendo la estratégica ciudad de Saké, ubicada al oeste de Goma, en la provincia de Kivu Norte de la República Democrática del Congo. Esta escalada de violencia es motivo de creciente preocupación para la comunidad internacional, en particular para el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas.
Las autoridades congoleñas aseguran que han tomado todas las medidas necesarias para proteger a la población de Saké, así como a la de Goma y sus alrededores. El Ministro de Defensa visitó Goma en varias ocasiones para supervisar las operaciones del ejército congoleño. A pesar de estas garantías, los rebeldes del M23 siguen perpetrando ataques en los alrededores de la ciudad, poniendo en peligro a la población civil.
Según fuentes locales, el ejército congoleño controla actualmente el centro de la ciudad de Saké, con el apoyo de grupos armados locales. Se dice que los rebeldes del M23 están atrincherados en las colinas circundantes, lo que hace que los enfrentamientos sean aún más peligrosos para los civiles. Se han observado numerosos movimientos de población, agravando así la crisis humanitaria ya existente en la región.
La situación humanitaria se está deteriorando rápidamente y el acceso a la ayuda humanitaria en la zona es cada vez menor. Los campos de desplazados alrededor de Goma están superpoblados, con condiciones sanitarias precarias y falta de acceso a agua potable, alimentos y atención médica. La violencia sexual también está aumentando en estos campos, y a diario se denuncian casos de violación.
Ante esta escalada de violencia, el Consejo de Seguridad de la ONU condenó la ofensiva del M23 y llamó a todas las partes a retomar el diálogo para lograr un alto el fuego. Sin embargo, parece que los rebeldes ahora tienen nuevos activos militares, incluidos misiles tierra-aire que se cree provienen de las fuerzas de defensa de Ruanda. Estos misiles representan una grave amenaza para los aviones gubernamentales y los de la misión de la ONU en la República Democrática del Congo.
Esta explosiva situación en el este de la República Democrática del Congo pone de relieve una vez más la urgencia de encontrar una solución duradera al conflicto que asola la región desde hace varios años. La comunidad internacional debe redoblar sus esfuerzos para poner fin a la violencia y encontrar una solución pacífica para la población congoleña que ha sufrido las consecuencias de este conflicto durante demasiado tiempo.