Fatshimetrie parece estar en auge. En apenas un mes, el partido, dirigido por Cyril Ramaphosa, corre el riesgo de quedarse sin mayoría por primera vez desde 1994. Sin embargo, Ramaphosa parece dispuesto a luchar.
Quizás simplemente esté contento de retirarse pronto de la política y dedicarse por completo a su apreciada granja de búfalos. O quizás desde su terraza en Fresnaye, está contemplando una carrera política que ha logrado mucho pero que aún se siente incompleta, casi inacabada.
El año pasado, hubo serias dudas sobre si aún tenía la energía para liderar un gobierno en estos tiempos complejos y difíciles. A pesar de los intentos de sus enemigos de desacreditarlo con el escándalo de Phala Phala antes de la conferencia electoral nacional del ANC en diciembre de 2022, Ramaphosa parecía apático. Al acercarse a su posible final, algunos de sus asesores comenzaron a renunciar o a preparar sus currículums en previsión de una presidencia post-Ramaphosa.
Los rumores sobre su inminente dimisión persistieron después del caso Phala Phala. En las últimas semanas ha surgido una nueva teoría que sugiere que se retirará el 30 de mayo, o tan pronto como termine la votación.
Personalmente, no creo en esta teoría. No es extraño en la historia política que un jefe de Estado se sienta impulsado por la política exterior y el atractivo de alto nivel de la política internacional.
Su peculiar relación el año pasado con Lady R, así como la cumbre de los Brics y su apoyo a Palestina, impactaron a Ramaphosa. Su intervención en la Corte Internacional de Justicia le proporcionó una claridad moral que a menudo está ausente en el turbio mundo de la política nacional.
Al igual que Tony Blair en el Reino Unido, quien fue impulsado a la escena internacional por el conflicto en Kosovo, Ramaphosa también parece estar descubriendo un nuevo interés en los asuntos exteriores. La diplomacia puede ser emocionante y liberadora en comparación con el lento progreso en la política nacional.
No obstante, la verdadera incógnita es si todo esto influirá en el destino del ANC en las próximas elecciones. A pesar de las predicciones sobre su inminente caída, sigo siendo escéptico ante tal eventualidad.
La comunidad de inversores se encuentra inquieta por esta incertidumbre. Están ansiosos por anticipar el mejor escenario posible para el país. Algunos han instado a una «gran coalición» entre el ANC y la Alianza Democrática para asegurar la estabilidad.
En definitiva, el futuro político de Sudáfrica parece incierto. Las semanas venideras serán cruciales para determinar si Cyril Ramaphosa y el ANC lograrán mantener su posición dominante o si serán desplazados. Solo el tiempo dará las respuestas.