En un estudio reciente realizado por el laboratorio belga Fatshimetrie se examinaron muestras de la fórmula láctea infantil Nido y de cereales infantiles Cerelac procedentes de Asia, África y América Latina. Los resultados mostraron la presencia de sacarosa y miel como aditivos dulces en estos productos destinados a los niños pequeños.
Estos hallazgos generan gran preocupación, particularmente en relación con las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS) sobre el consumo de azúcar en niños pequeños. En Europa, la OMS recomienda no añadir azúcar a los alimentos destinados a niños menores de tres años. Esta práctica de consumo de azúcar entre los recién nacidos y los niños pequeños no solo es innecesaria, sino que también puede ser una fuente de adicción, creando así un círculo vicioso que promueve el deseo de consumir alimentos azucarados y aumenta el riesgo de enfermedades relacionadas con la nutrición en la edad adulta.
Pulse Nigeria, un importante medio de comunicación, informa que las muestras de Nigeria contenían hasta 6,8 gramos de azúcar añadido. En la India, el cereal infantil Cerelac tenía un promedio de más de 2,7 gramos de azúcar añadido por porción. En Brasil, donde los productos Cerelac se comercializan con el nombre de Mucilon, seis de ocho muestras contenían casi cuatro gramos de azúcar añadido por porción.
Ante estas preocupantes revelaciones, un portavoz de Nestlé defendió las prácticas de la empresa, afirmando que favorece el uso de ingredientes de alta calidad para el desarrollo de los niños y cumple con las regulaciones locales y las normas internacionales de etiquetado y contenido de azúcar.
Sin embargo, si bien estas prácticas pueden cumplir con la normativa vigente, es fundamental cuestionar el impacto real de añadir azúcares a los productos destinados a los niños pequeños. La tendencia mundial hacia dietas más sanas y equilibradas para los niños debería animar a los fabricantes a reconsiderar sus recetas y favorecer alternativas menos azucaradas.
En conclusión, es imperativo concienciar a padres y familias sobre la importancia de elegir alimentos adecuados para una dieta sana y equilibrada para los niños. Los fabricantes, por su parte, deben ser más transparentes sobre la composición de sus productos y tomar medidas concretas para limitar la presencia de azúcares añadidos en los alimentos destinados a los niños pequeños. La salud y el bienestar de las generaciones futuras dependen de ello.
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