Durante la pandemia de COVID-19, se ha observado un preocupante aumento en el uso excesivo e inadecuado de antibióticos, lo que contribuye a la propagación de la resistencia a los antimicrobianos. Datos revelados por la Organización Mundial de la Salud (OMS) han destacado esta problemática: solo el 8% de los pacientes hospitalizados con COVID-19 presentaban coinfecciones bacterianas que requerían antibióticos, pero a tres de cada cuatro pacientes se les prescribieron estos medicamentos de forma preventiva, «por si acaso».
A pesar de las claras recomendaciones de la OMS desde el inicio de la pandemia, enfatizando que el COVID-19 es de origen viral y no requiere automáticamente el uso de antibióticos, muchos profesionales de la salud recurrieron a esta práctica por precaución y debido a la emergencia sanitaria. Esta tendencia global de prescripción excesiva ha llevado a tasas de uso de antibióticos que varían del 33% al 83% en diferentes regiones.
La OMS ha advertido sobre los riesgos asociados con este uso inadecuado de antibióticos. Además de exponer a los pacientes a efectos adversos innecesarios, aumenta el riesgo de resistencia antimicrobiana. Cada exposición innecesaria a estos fármacos promueve el desarrollo de cepas bacterianas resistentes, disminuyendo la eficacia de los antibióticos en el tratamiento de infecciones reales. Esta situación se agrava cuando se considera que los antibióticos utilizados durante la pandemia tienen un alto potencial de generar resistencia antimicrobiana.
En casos graves o críticos de COVID-19, el uso de antibióticos fue particularmente prevalente, afectando al 81% de los pacientes a nivel mundial en promedio. Esta tendencia preocupante resalta la necesidad de concienciar tanto a los profesionales de la salud como al público en general sobre la importancia de limitar el uso de antibióticos a casos de coinfecciones bacterianas confirmadas.
Un estudio de la OMS basado en datos de 450,000 pacientes hospitalizados en 65 países, recopilados a través de su Plataforma Clínica Global para la COVID-19, subraya la magnitud de este problema y la urgencia de tomar medidas para prevenir la resistencia antimicrobiana. Esta cuestión será abordada en el Congreso Mundial de la Sociedad Europea de Microbiología Clínica y Enfermedades Infecciosas, ofreciendo una oportunidad única para crear conciencia y movilizar a los actores de la salud a nivel internacional.
En resumen, la lucha contra la resistencia antimicrobiana es un importante desafío de salud pública, destacado aún más por la pandemia de COVID-19. Es vital que los profesionales de la salud y las autoridades sanitarias redoblen sus esfuerzos para fomentar la prescripción racional de antibióticos, garantizando su eficacia a largo plazo en el tratamiento de infecciones bacterianas.