La noche del 9 de abril se produjo un trágico incendio en un orfanato del municipio de Ngaba, en Kinshasa, que trastornó la vida de sesenta niños que residen allí. Estas frágiles almas jóvenes fueron salvadas milagrosamente de las llamas por vecinos valientes.
Los daños causados por la catástrofe fueron considerables, ya que los dormitorios de los niños, los archivos del orfanato, los documentos escolares y la ropa de los niños y de la maestra fueron destruidos. Ante esta desastrosa situación, el alcalde del municipio, Aimé Linga, lanzó un llamamiento de ayuda para apoyar a este establecimiento que se encontraba en total angustia. Los niños ya no tienen suficiente para comer ni para vestirse y el orfanato se ve privado de recursos.
Aimé Linga subraya la falta de apoyo del Estado a este orfanato, a pesar de la importancia de su papel en la atención a sesenta niños en situación vulnerable. Destaca la crítica situación en la que se encuentra el orfanato Lisang Klisto, ubicado en la avenida Lobo, que depende únicamente de donaciones y ayudas para sobrevivir.
Este desastre podría haber tenido consecuencias desastrosas si los vecinos no hubieran intervenido a tiempo para salvar a los niños. Afortunadamente, ningún niño resultó herido físicamente, pero las secuelas emocionales y materiales siguen siendo innegables.
Ante semejante emergencia humanitaria, es imperativo responder a este llamamiento de ayuda lanzado por el alcalde de Ngaba. Los niños huérfanos, que tienen desde unos pocos días hasta unos veinte años, necesitan urgentemente nuestra solidaridad. Dejemos a un lado nuestra indiferencia y tendiendoles una mano en esta difícil prueba.
Movilicémonos juntos para ofrecer un rayo de esperanza a estas sesenta vidas jóvenes; la unidad comunitaria debe ser nuestro principal activo para ayudarlos y reconstruir lo que ha sido destruido. Cada gesto de generosidad cuenta y puede marcar una diferencia real en la reconstrucción de esta casa que ha sido su refugio y su seguridad.
Es hora de actuar, de mostrar nuestra humanidad y nuestra solidaridad con estos niños vulnerables que ya han experimentado tanto sufrimiento. Su futuro depende de nuestra capacidad de movilizarnos y ofrecerles un futuro mejor. No los dejemos solos en esta prueba, unamos nuestras fuerzas y nuestro corazón para acompañarlos hacia la luz en la oscuridad de esta tragedia.