El declive del G5 Sahel plantea dudas sobre la eficacia de la cooperación regional en la lucha contra el terrorismo y la inseguridad en la región. Mientras Mali, Burkina Faso y Níger enfrentan el surgimiento de grupos terroristas, la disolución del G5 Sahel pone de relieve los desafíos que enfrentan estos países para encontrar soluciones comunes.
El G5 Sahel tenía como objetivo aunar recursos e inteligencia para contrarrestar el extremismo violento en la región. Sin embargo, problemas de membresía y financiamiento han obstaculizado su implementación desde su inicio hace nueve años.
La exclusión de Estados Unidos y los desacuerdos con Argelia resaltaron los obstáculos geopolíticos que enfrentaba el grupo. La decisión de Malí de retirarse del G5 Sahel en mayo de 2022 fue un importante punto de inflexión que finalmente condujo a la disolución del grupo.
Sin embargo, los países miembros del G5 Sahel, a saber, Burkina Faso, Malí y Níger, no tienen intención de ceder en su lucha contra el terrorismo. Formaron la Alianza de Estados del Sahel (AES), una nueva estructura que enfatiza la defensa, la diplomacia y el desarrollo.
El objetivo de la AES es fortalecer la cooperación militar entre los países miembros y trazar un nuevo camino para ser escuchado en el escenario internacional. También se están considerando proyectos como la creación de un banco central común y una moneda regional.
El futuro de la AES sigue siendo incierto y plantea dudas sobre su capacidad para abordar los desafíos de seguridad de la región. Sin embargo, los países miembros están decididos a continuar su cooperación y encontrar soluciones comunes para combatir el extremismo violento y promover la estabilidad en el Sahel.
En definitiva, la disolución del G5 Sahel y la formación de la AES ponen de relieve las dificultades que enfrentan los países de la región en su lucha contra el terrorismo. Sin embargo, también representa una oportunidad para repensar los enfoques de colaboración regional y encontrar soluciones más efectivas para abordar estos desafíos. La clave reside en una mayor cooperación, la movilización de recursos adecuados y una fuerte voluntad política para enfrentar la amenaza del terrorismo en el Sahel.