Los enfrentamientos entre el ejército birmano y grupos armados étnicos han aumentado desde finales de octubre, sumiendo a Birmania en una situación de violencia generalizada. Estos combates, que afectan especialmente a las regiones de Shan, Kachin y Chin, ponen de relieve los desafíos que enfrenta la junta militar sobre el terreno.
La ofensiva fue lanzada inicialmente el 27 de octubre por la Alianza de la Hermandad, formada por el Ejército de Liberación Nacional de Taang, el Ejército de Arakan y el Ejército de la Alianza Democrática Nacional de Myanmar. Estos grupos armados, apoyados por combatientes de la resistencia formados tras el golpe de febrero de 2021, lograron atacar simultáneamente lugares clave de la junta, tomando el control de varias ciudades y pueblos de la región.
Las motivaciones de esta ofensiva son múltiples. Por un lado, es una respuesta a la inacción de la junta contra la milicia sinófona Kokang, que opera en la zona fronteriza con China. China, como aliado tradicional de Birmania, ha expresado su descontento por esta situación, por lo que la ofensiva de la Alianza de la Hermandad puede verse como una forma de asestar un golpe diplomático a la junta.
Por otro lado, esta ofensiva también pretende hacer frente a las actividades criminales que azotan la región, como el tráfico de drogas, la prostitución y el fraude online. Al tomar el control de estas áreas, la Alianza de la Hermandad espera establecer un control más estricto y poner fin a las actividades ilícitas.
Sin embargo, esta ofensiva desencadenó una reacción en cadena, dando lugar a un aumento de los enfrentamientos en todo el país. Los grupos étnicos armados lograron tomar el control de un gran número de puestos militares, ciudades y aldeas, y recuperaron numerosas armas y vehículos. El Tatmadaw, por su parte, parece mostrar debilidades en su capacidad para contrarrestar estos ataques, respondiendo principalmente con ataques aéreos.
Esta situación de combates en serie pone de relieve las dificultades que enfrenta la junta militar. Si bien había prometido lanzar un contraataque desde el inicio de los enfrentamientos, parece abrumado por la escala y la diversidad de los frentes abiertos. Esta situación desestabiliza aún más a un país ya debilitado por el golpe y la violenta represión que siguió.
Es cada vez más crucial que la comunidad internacional intervenga y encuentre soluciones pacíficas para poner fin a esta violencia. La situación en Birmania no hace más que empeorar y es imperativo tomar medidas para apoyar a los grupos étnicos y proteger los derechos humanos en el país.
En conclusión, los enfrentamientos en Birmania entre el ejército birmano y grupos étnicos armados demuestran los desafíos que la junta militar debe enfrentar sobre el terreno.. Si bien estos combates se han extendido a varias regiones del país, la junta muestra signos de debilidad y la situación no hace más que empeorar. Se deben tomar medidas para poner fin a esta violencia y apoyar los derechos humanos en Birmania.