En la política sudafricana reciente, el país ha vivido momentos populistas y autoritarios, marcados por el ascenso de figuras como Jacob Zuma y Gayton McKenzie. Estas figuras políticas, a menudo caracterizadas como autoritarias y demagogas, han atraído a una parte considerable del electorado sudafricano, lo que refleja una tendencia global hacia el populismo de derecha. Este aumento de la popularidad de los líderes autoritarios pone de relieve las profundas divisiones y frustraciones dentro de la sociedad sudafricana.
La presidencia de Zuma ha dejado profundas cicatrices en las instituciones del país, provocando una disminución de los servicios públicos y actos de violencia inaceptables, como la masacre de Marikana. Además, la politización étnica de la escena política sudafricana ha demostrado ser un factor de división y gangsterización en Durban. Esta tendencia recuerda los obstáculos que encontraron otros países como Kenia.
Las recientes elecciones pusieron de relieve el apoyo a partidos como el MK de Zuma, los Luchadores por la Libertad Económica (EFF) y la Alianza Patriótica (PA), todos caracterizados por su populismo autoritario y su compromiso con prácticas corruptas. Este fenómeno es sintomático del descontento generalizado con las élites políticas tradicionales y su incapacidad para responder a las necesidades de la población.
Sin embargo, a pesar de estas tendencias populistas, los partidos políticos liberales respaldados por capital blanco no han logrado movilizar al electorado sudafricano. El Partido Demócrata (DA), aunque conserva una sólida base de apoyo, no ha logrado expandir su influencia a pesar de los flagrantes fracasos del gobierno actual en materia de corrupción y gestión institucional.
Está claro que el liberalismo político tiene límites electorales en Sudáfrica, donde el sentimiento de lucha por la emancipación nacional sigue siendo predominante. La capacidad de los partidos políticos para encarnar este imperativo será esencial para destronar el poder actual que ostenta el ANC.
Por lo tanto, el panorama político en Sudáfrica está marcado por el ascenso del populismo autoritario, que acentúa las divisiones y tensiones dentro de la sociedad. Es crucial permanecer atentos a estas tendencias y promover alternativas políticas que defiendan los valores democráticos y la integridad de las instituciones.