Los extremos de la belleza a lo largo de la historia: cuando la búsqueda de la perfección conduce a prácticas peligrosas

Fatshimetry llevó a cabo una investigación en profundidad sobre las prácticas de belleza extremas a lo largo de la historia, revelando hasta dónde han llegado las mujeres para cumplir con las expectativas de la sociedad. Estas prácticas, a menudo extrañas y a veces peligrosas, demuestran la magnitud de los sacrificios realizados en nombre de la belleza y la aceptación social.

En Japón, desde la Edad Media hasta finales del siglo XIX, las mujeres practicaban una costumbre llamada “ohaguro”, que consistía en ennegrecerse los dientes. Este proceso, realizado mediante la aplicación de una mezcla de limaduras de hierro, vinagre y té o taninos de bilis, no sólo se consideraba un signo de belleza, sino que también indicaba la madurez y el estado civil de la mujer. Aunque la apariencia poco atractiva de los dientes negros puede resultar sorprendente, eran muy apreciados y simbolizaban tanto el atractivo como el estatus social en el Japón histórico.

Los corsés, por otro lado, fueron una parte esencial de la moda femenina en Europa y América en el siglo XIX. Con la intención de ceñir la cintura y crear una silueta de reloj de arena exagerada, estas prendas estaban tan ajustadas que restringían la respiración y causaban problemas de salud a largo plazo. Los riesgos asociados con su uso prolongado incluyeron deformidades de la caja torácica, desalineaciones de la columna y atrofia muscular. A pesar de estos peligros, los corsés siguieron siendo populares porque proporcionaban la muy buscada cintura delgada, sinónimo de belleza y elegancia en esta época.

Para obtener una tez clara y radiante, las mujeres del siglo XIX recurrían a la ingestión de pequeñas dosis de arsénico. Se creía que esta sustancia tóxica mejoraba la apariencia de la piel, dándole un brillo fresco y juvenil. Sin embargo, el arsénico es un veneno poderoso e incluso pequeñas cantidades podrían causar problemas de salud graves, síntomas de intoxicación e incluso consecuencias potencialmente fatales. La búsqueda de la belleza a través de medios tan peligrosos pone de relieve los extremos a los que las mujeres estaban dispuestas a llegar para obtener la aprobación social.

Una de las prácticas más dolorosas y extremas fue vendar los pies en China, que comenzó alrededor del siglo X y continuó hasta principios del siglo XX. Este proceso implicaba atar fuertemente los pies de las niñas para evitar que crecieran, lo que daba como resultado pies pequeños y deformes, conocidos como «pies de loto». A pesar del intenso dolor y las discapacidades permanentes causadas por esta práctica, los pies pequeños eran muy valorados, considerados un signo de belleza y elegancia, e incluso podían mejorar las perspectivas matrimoniales de una mujer.

En la Europa del siglo XVIII, las mujeres deseaban una piel pálida y perfecta como la porcelana. Por ello recurrían a maquillajes a base de plomo, que resultaban tóxicos para su salud.. Esta sustancia nociva proporcionaba una tez tersa y pálida, ocultando imperfecciones y aportando una apariencia juvenil. Sin embargo, el uso prolongado de cosméticos a base de plomo provocó daños graves en la piel, intoxicación e incluso la muerte. Los riesgos para la salud asociados con el maquillaje con plomo eran bien conocidos, pero a pesar de las consecuencias, el deseo de belleza pesaba más que las preocupaciones por la seguridad.

En conclusión, estas prácticas de belleza extremas de la historia ilustran los sacrificios y riesgos que las mujeres estaban dispuestas a asumir para cumplir con los estándares estéticos de su época. También destacan la evolución de los ideales de belleza y resaltan la necesidad de desafiar las normas sociales restrictivas que dictan el valor y la aceptabilidad en función de la apariencia física. Al tomar conciencia de estas narrativas del pasado, es fundamental promover estándares de belleza que sean más inclusivos, diversos y respetuosos de la salud y el bienestar de todos.

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