En este mes de junio, con la tan esperada proximidad de los Juegos Olímpicos de París (26 de julio – 11 de agosto), una sombra se cernía sobre el gran acontecimiento deportivo. De hecho, el Sena, ruta emblemática de la Ciudad de la Luz, seguía en un preocupante estado de contaminación, comprometiendo la posibilidad de organizar allí pruebas de triatlón y natación en aguas abiertas, según análisis recientes comunicados por el ayuntamiento de París.
A pesar de los esfuerzos realizados, la calidad del agua siguió empeorando debido a circunstancias desfavorables: precipitaciones abundantes, caudal elevado de los ríos, poca luz solar y temperaturas inferiores a las normas estacionales. La contaminación procedente de aguas arriba del río añadió un factor adicional a este panorama sombrío.
Los resultados de los análisis realizados durante la semana del 16 al 23 de junio arrojaron valores de concentración de bacterias fecales muy por encima de los estándares requeridos para autorizar el baño. Los picos de contaminación registrados entre el 18 y el 20 de junio plantearon preocupaciones legítimas sobre la viabilidad de los acontecimientos olímpicos en el Sena.
El caudal del río, seis veces superior a la media habitual, ha alcanzado niveles alarmantes, en particular con 666 metros cúbicos por segundo registrados el 23 de junio, cuando la norma para este período se sitúa entre 100 y 150 metros cúbicos. Este exceso de afluencia provocó el aplazamiento del ensayo del acto inaugural previsto para el 24 de junio.
Ante estos preocupantes hallazgos, las autoridades tuvieron que considerar soluciones alternativas para garantizar el buen desarrollo de los eventos olímpicos. En caso de precipitaciones intensas, el riesgo de vertido de agua no tratada al río sigue siendo una amenaza importante para la salud de los deportistas y espectadores. Las estructuras de retención recientemente inauguradas constituyen una primera respuesta a este desafío, pero persisten incertidumbres en cuanto a su eficacia.
El plan de contingencia previsto consiste en aplazar los eventos unos días, manteniendo el mismo lugar de competición. Esta solución temporal garantizaría la seguridad sanitaria de los participantes y preservaría la integridad de los eventos olímpicos.
En conclusión, el gran desafío ahora reside en la capacidad de las autoridades para garantizar condiciones óptimas para la práctica de deportes acuáticos durante los Juegos Olímpicos. La vigilancia y la capacidad de respuesta serán esenciales para superar los desafíos que plantea la contaminación del Sena y garantizar el éxito de este evento deportivo de alcance internacional.