En la tumultuosa ciudad de Kinshasa, las nuevas regulaciones policiales están cambiando los hábitos. A partir de ahora, los policías fuera de servicio tienen terminantemente prohibido circular por las calles de la capital con armas en mano. Esta medida, anunciada con firmeza por el comisario de la policía provincial, Blaise Kilimbambalimba, provocó fuertes reacciones entre la población.
Durante una reciente reunión con los nuevos comandantes de unidad, el Comisario Kilimbambalimba subrayó la importancia de esta directiva, destinada a garantizar la seguridad de los ciudadanos de Kinshasa. Insistió en que sólo los agentes de policía en misión oficial tienen derecho a portar su equipo específico, incluidas armas de fuego, y que los que no están comprometidos deben permanecer en el cuartel.
Esta decisión se inscribe en una amplia reestructuración de las unidades policiales de la capital, con el objetivo de fortalecer la autoridad del Estado y combatir la inseguridad que azota a ciertos barrios. Patrullas mixtas, compuestas por policías y soldados, ya están en acción para erradicar el flagelo de los «kuluna» y restablecer la confianza de los residentes en la policía.
La implementación de estas nuevas medidas no es sólo una cuestión de disciplina dentro de la policía, sino también un paso crucial para restablecer la paz y la seguridad en Kinshasa. Al recordar las instrucciones dadas y subrayar la importancia de la formación continua, el comisario Kilimbambalimba quiere garantizar que la policía responda eficazmente a las necesidades de la población y desempeñe plenamente su papel de garante del orden público.
Esta evolución de las políticas policiales de la capital congoleña no dejará de suscitar discusiones y debates sobre la situación de seguridad y la gobernanza en general. Pero también demuestra un deseo de modernización y eficiencia en la gestión de la seguridad urbana, lo que podría abrir nuevas perspectivas para un futuro más seguro y sereno en Kinshasa.