Fatshimetria
La noche del 4 de julio estuvo marcada por una serie de incidentes violentos en varios barrios de Kisangani, que sumieron a la población en un persistente clima de inseguridad. Los gritos de las víctimas, el ruido de las balas y las idas y venidas de bandidos armados alteraron la calma habitual de la ciudad.
En la comuna de Tshopo se desarrollaron escenas de caos que dejaron a los residentes conmocionados y traumatizados. En el bloque Cimestan, la residencia de Talie Jolie, jefa de la oficina de la división provincial de asuntos territoriales, fue objeto de un ataque nocturno. Los bandidos decididos y agresivos saquearon la casa, se llevaron bienes valiosos e hirieron gravemente a dos personas. La violencia del ataque y el nivel de preparación de los delincuentes dejaron una sensación de miedo e incertidumbre entre los vecinos.
En otra parte de la ciudad, la familia Bomani fue víctima de un terrible robo. Los atacantes, armados y amenazadores, utilizaron la fuerza para obtener dinero y bienes valiosos. El padre estaba atado, mientras en el aire flotaba la amenaza de secuestrar a un niño. Los testimonios de las víctimas pintan un cuadro de terror e injusticia, destacando la vulnerabilidad de los residentes frente a un crimen cada vez más organizado y audaz.
La comuna de Kisangani no se libró de estos actos de violencia. En el bloque Cimestan se produjo una redada violenta en la que participaron individuos armados y enmascarados. Su intrusión en una casa sembró el terror entre los residentes, que vieron desaparecer sus valiosas posesiones bajo la amenaza de pistolas y cuchillos. La eficiencia y coordinación de los delincuentes sugieren un crimen estructurado y sofisticado, que desafía la autoridad y la seguridad de los ciudadanos.
Ante estos ataques nocturnos, la población vive con miedo e incertidumbre. La falta de respuesta de las autoridades, simbolizada por un número gratuito de la policía inaccesible, refuerza el sentimiento de abandono e impotencia de los residentes ante una delincuencia en constante evolución.
En conclusión, estos trágicos acontecimientos subrayan la urgencia de adoptar medidas concertadas para fortalecer la seguridad de los barrios de Kisangani y proteger a los ciudadanos de actos delictivos. La población espera medidas concretas y efectivas para garantizar su seguridad y restablecer la paz en las calles de la ciudad. Es hora de vigilancia y solidaridad para luchar juntos contra la violencia y la inseguridad que amenazan la vida cotidiana de los habitantes de Kisangani.