Fatshimetrie: una nueva perspectiva sobre las protestas en Kenia
Las recientes protestas en Kenia contra los aumentos de impuestos propuestos y la extravagancia del gobierno reflejan una profunda frustración entre la población. Los kenianos, especialmente la Generación Z, están expresando enojo por las crecientes dificultades económicas y los altos costos de vida. Estas protestas, que comenzaron pacíficamente, están evolucionando hacia una campaña más amplia que exige la renuncia del presidente William Ruto y acciones contra la corrupción percibida y el gasto excesivo por parte de su administración.
La violencia reciente que estalló durante las protestas ha provocado pérdidas de vidas y enfrentamientos violentos entre los manifestantes y las fuerzas del orden. Las imágenes de la policía utilizando gases lacrimógenos y porras para dispersar a la multitud conmocionaron al país. Esta crisis es la más grave a la que se enfrenta el presidente Ruto desde que asumió el cargo en septiembre de 2022. Kenia, a menudo presentada como un remanso de estabilidad en una región atormentada, se ve ahora sacudida por un malestar social sin precedentes.
Ante la presión popular, la presidencia anunció una revisión de los aumentos salariales de los funcionarios, con el objetivo de aliviar las tensiones. El presidente Ruto retiró el proyecto de ley de finanzas que contenía los impopulares aumentos de impuestos tras un día de violencia mortal el 25 de junio. También inició reformas destinadas a racionalizar el gasto público, incluida la eliminación de asignaciones para la esposa del presidente y la esposa del vicepresidente.
Las protestas en curso ponen de relieve un profundo debate sobre la sostenibilidad del gasto público en Kenia. Con una fuerza laboral de 900.000 funcionarios que consumen 1,1 billones de chelines al año, la cuestión de la responsabilidad económica se vuelve crucial. El ministro de Servicios Públicos, Moses Kuria, subraya que esta situación compromete la viabilidad financiera del país, dejando a los 54 millones de kenianos con sólo el 53% de la renta nacional.
La crisis actual no es sólo económica, sino también moral y ética. Se siguen escuchando pedidos de dimisión del presidente bajo el hashtag «RutoMustGo», a pesar de las medidas adoptadas por el gobierno para aliviar las tensiones. La sociedad civil y las organizaciones de derechos humanos han denunciado el uso excesivo de la fuerza por parte de las fuerzas del orden, al tiempo que exigen reformas más profundas para garantizar una gobernanza transparente y responsable.
En conclusión, las protestas en Kenia reflejan un descontento profundo y generalizado con las políticas económicas y gubernamentales actuales.. Es imperativo que las autoridades tomen medidas radicales para satisfacer las expectativas de la población y restablecer la confianza en las instituciones públicas. La crisis actual es una oportunidad para reformar fundamentalmente el sistema político y económico del país, para garantizar un futuro próspero y equitativo para todos los kenianos.