A pesar de las sanciones occidentales, la economía rusa sigue creciendo gracias a su transformación en una economía de guerra movilizada y su capacidad para eludir las restricciones a los hidrocarburos. El gobierno ruso dedica hasta el 40% de su presupuesto nacional a los sectores militar y de seguridad, fortaleciendo sus fronteras y apoyando su intervención en Ucrania. Rusia también ha desarrollado asociaciones con países como India y China para eludir las sanciones a los hidrocarburos, asegurando así un flujo constante de divisas y estabilizando el valor del rublo ruso. Sin embargo, este modelo es criticado por su excesiva dependencia de los ingresos petroleros y las relaciones con China, así como por la fuga de talentos y la persistente desigualdad económica. Para garantizar un crecimiento a largo plazo, Rusia debe diversificar su economía y mejorar la calidad de vida de todos sus ciudadanos.
