En Sudáfrica, la adherencia al tratamiento contra el VIH sigue siendo un desafío. A pesar de los esfuerzos por brindar servicios de atención médica accesibles, muchas personas que viven con el VIH todavía tienen dificultades para cumplir con sus regímenes de tratamiento. Este problema es particularmente frecuente en las zonas rurales, donde el acceso a los centros de salud es limitado y el transporte puede resultar difícil.
Una organización que está marcando la diferencia al abordar esta cuestión es Bulungula Incubator (BI), una organización no gubernamental con sede en Eastern Cape. BI ha implementado un programa de trabajadores sanitarios comunitarios en la aldea de Nqileni, que ha tenido un éxito notable a la hora de garantizar la adherencia al tratamiento del VIH.
El corazón de este programa reside en el trabajo de los nomakhayas, trabajadores sanitarios comunitarios que visitan los hogares de personas que viven con el VIH para brindarles apoyo y controlar su tratamiento. Estos trabajadores dedicados van de casa en casa y realizan exámenes mensuales de diabetes, hipertensión y VIH. También brindan apoyo psicosocial in situ, asegurando que los pacientes tengan el apoyo emocional y mental necesario para cumplir con su tratamiento.
Los nomakhayas están equipados con mochilas llenas de equipo médico y utilizan tecnología para realizar un seguimiento de los planes de tratamiento de los pacientes. Incluso permanecen con los pacientes en sus hogares para asegurarse de que tomen su terapia antirretroviral (ARV) según lo prescrito. Este nivel de apoyo es crucial, especialmente para quienes viven solos y pueden tener dificultades para recordar tomar sus medicamentos o enfrentar otros desafíos que pueden obstaculizar el cumplimiento.
El éxito de este programa se puede atribuir a los esfuerzos de toda la comunidad y las asociaciones forjadas con organizaciones externas. El BI, en colaboración con el Plan de Emergencia del Presidente de los Estados Unidos para el Alivio del SIDA (PEPFAR), ha trabajado incansablemente para crear conciencia sobre el VIH, fomentar las pruebas voluntarias y brindar incentivos para que las personas conozcan su estado. Al iniciar el diálogo y crear eventos atractivos, han podido superar las dudas y promover las pruebas.
Para abordar la cuestión del acceso limitado a los centros de atención sanitaria, la BI creó el Punto de Salud Bulungula. Con personal de enfermería y registrado como punto de recogida de medicamentos crónicos, este centro proporciona servicios de atención sanitaria esenciales a la comunidad. Los ARV se envían por mensajería al punto de salud, lo que reduce la necesidad de que las personas viajen largas distancias para recibir sus medicamentos. Esto ha mejorado significativamente la adherencia y ha garantizado que nadie se quede atrás en la lucha contra el VIH.
A pesar de los avances logrados, persisten desafíos. El estigma, la discriminación y la falta de información siguen actuando como barreras para la adherencia al tratamiento. Algunas personas pueden optar por no revelar su estado serológico respecto del VIH a sus parejas o familiares, lo que dificulta recibir el apoyo necesario.. Los nomakhayas y otros trabajadores de la salud desempeñan un papel fundamental a la hora de abordar estos desafíos, proporcionando un espacio seguro para que las personas busquen atención y ofreciendo apoyo continuo.
En conclusión, el trabajo que BI y sus dedicados trabajadores comunitarios de la salud están realizando en la aldea de Nqileni es un ejemplo brillante de cómo los esfuerzos de base pueden tener un impacto significativo en la mejora de la adherencia al tratamiento de las personas que viven con el VIH. Al brindar apoyo personalizado, crear conciencia y abordar las barreras que obstaculizan la adherencia, están allanando el camino hacia un futuro mejor en la lucha contra el VIH en Sudáfrica.