En medio de una difícil reunión de campaña en Lodja, Moïse Katumbi hizo recientemente declaraciones sorprendentes, prometiendo “eliminar el cargo” de Primera Dama una vez elegida. Esta propuesta plantea varios problemas, incluido el hecho de que la República Democrática del Congo en realidad no tiene un cargo oficial de Primera Dama. Más allá de esto, es importante reconocer el papel esencial que han jugado las primeras damas en el país desde su independencia.
Las primeras damas siempre han sido una presencia moral y un apoyo para los presidentes congoleños, contribuyendo al progreso en ámbitos como la asistencia social, la lucha contra la violencia y las enfermedades incurables, la ayuda a la educación de los más pobres, etc. Han sido el combustible y el pegamento que ha mantenido unida a la nación mientras los políticos luchaban entre sí.
Es importante reconocer su utilidad y los logros que han alcanzado. Iniciativas como el Centro de Mujeres Maman Mobutu, las escuelas Ducklings, las obras de la Fundación Maman Olive Lembe, la ley sobre violencia sexual aprobada este año y la Beca Excellentia de Maman Denise Nyakeru son algunos ejemplos entre muchos otros.
Pueden existir diferencias políticas, pero cuestionar la existencia y el papel de las primeras damas es un debate inútil e infantil. Es importante reconocer la contribución vital de estas mujeres al desarrollo del país y promover su papel.
Más allá de esta propuesta particular, es crucial cuestionar la capacidad de Moïse Katumbi para liderar el país. Una campaña electoral desprovista de principios y programas, promesas descabelladas y falta de profundidad intelectual plantean serias dudas sobre sus capacidades para ocupar el más alto cargo del estado. Como presidente potencial, es fundamental tener una visión clara, ideas unificadoras y un pensamiento profundo sobre los problemas que enfrenta el país.
En última instancia, esta salida populista de Moïse Katumbi revela su miedo a afrontar preguntas sobre los orígenes de su esposa. En lugar de entablar un debate inútil, sería más constructivo para él divorciarse y elegir una esposa verdaderamente congoleña, en lugar de cuestionar la historia y la contribución de las mujeres al desarrollo del país.
En conclusión, es importante resaltar que un presidente que desprecia el papel de las grandes damas de la nación sólo devalúa el género femenino y compromete el progreso hacia una sociedad más igualitaria. Las mujeres congoleñas merecen ser respetadas y reconocidas por sus contribuciones a la sociedad, y este pensamiento machista no hace más que reforzar la importancia de la igualdad de género en el liderazgo político.