En las Comoras, es hora de agitación política con la inminente elección de gobernadores y presidente. Estas elecciones, previstas para el domingo 14 de enero, están provocando fuertes tensiones entre el campo presidencial y la oposición.
El proceso electoral estuvo empañado por controversias y acusaciones de manipulación por parte de ambos bandos. Los cinco candidatos de la oposición se quejaron del retraso en la obtención de sus acreditaciones, acusando a la Comisión Electoral Nacional Independiente (CENI) de ralentizar su acceso a los colegios electorales. Ante estas críticas, la Ceni tuvo que llegar a un compromiso aceptando anular determinadas disposiciones legales para satisfacer las demandas de la oposición.
Sin embargo, esta decisión enfureció al bando presidencial, que la considera ilegal y que probablemente comprometa el buen desarrollo de las elecciones. Las tensiones se ven exacerbadas por los temores de un “golpe electoral” mencionado por la oposición, que teme un fraude durante la votación.
La transparencia y la credibilidad de la votación también están en entredicho, en particular por parte de las organizaciones de la sociedad civil comorana que no pudieron obtener sus acreditaciones de observadores. Estos últimos expresan su decepción y su preocupación por los riesgos de fraude.
En este contexto incierto, Azali Assoumani, en el poder desde 2016, busca un nuevo mandato. Frente a él, cinco candidatos de la oposición abogan por la alternancia política. Sin embargo, parte de la oposición pide boicotear las elecciones, lo que alimenta aún más las tensiones.
Es innegable que los comoranos acudirán a las urnas este domingo en un clima de desconfianza y tensión palpable. La comunidad internacional y los observadores nacionales tendrán un papel crucial que desempeñar para asegurar el respeto de las reglas democráticas y garantizar la transparencia del proceso electoral.
Esta elección presidencial en las Comoras refleja los desafíos que enfrentan muchos países africanos durante sus procesos democráticos. La consolidación de la confianza entre los diferentes actores políticos es esencial para el establecimiento de una democracia real y la estabilidad del país.