Las elecciones en Sudáfrica han vuelto a poner de relieve el papel clave del sector empresarial en el país. Desde la transición democrática en 1994, parece que son las grandes empresas, tanto internacionales como locales, las que siempre salen victoriosas en las elecciones. Los políticos, ya sean miembros del ANC o de otros partidos, a menudo se ven obligados a llegar a acuerdos con la comunidad empresarial cuando desean tomar medidas radicales para cambiar la situación económica del país.
Esto fue particularmente evidente en las elecciones de este año, donde incluso líderes políticos conocidos por su retórica radical, como Julius Malema, tuvieron que tranquilizar a los inversores internacionales sobre su compromiso de mantener un entorno favorable a los negocios.
Ciertamente, es comprensible que los políticos sudafricanos sean cautelosos respecto del poder del capital y los mercados. Las empresas, ya sean extranjeras o locales, desempeñan un papel vital en la economía del país y, a menudo, tienen fuertes vínculos con los países occidentales, en particular los Estados Unidos y el Reino Unido. Por tanto, es difícil para un gobierno cuestionar estas relaciones sin sufrir consecuencias negativas para la economía del país.
Sin embargo, es importante reconocer que esta excesiva dependencia de la inversión extranjera también puede limitar las oportunidades de desarrollo económico. Si nos remitimos al ejemplo de Francia en los años 1980, podemos ver que el país experimentó dificultades económicas tras la elección del presidente socialista François Mitterrand. La inversión extranjera disminuyó y el gobierno se vio obligado a abandonar su programa económico socialista en favor de medidas de austeridad.
Por lo tanto, es crucial que Sudáfrica busque formas de liberarse de su excesiva dependencia de las inversiones occidentales. Esto no significa mirar hacia el Este, como hizo Zimbabwe con su programa “Mirar al Este”, que resultó ser un fracaso. Por el contrario, es fundamental desarrollar una economía fuerte y dinámica, que atraiga inversiones extranjeras debido a la confianza de los inversores en el potencial del mercado interno.
Esto se puede lograr fomentando la inversión local y creando un entorno favorable a los negocios tanto para las grandes empresas como para las pequeñas y medianas empresas. También es importante diversificar la economía para reducir la excesiva dependencia de los sectores de minerales y energía. Al invertir en sectores como la tecnología, la innovación y el turismo, Sudáfrica puede atraer inversión extranjera basada en oportunidades de crecimiento reales y sostenibles..
En conclusión, si Sudáfrica realmente quiere salir ganadora de sus elecciones, es esencial que trate de reducir su dependencia de la inversión occidental. Al desarrollar una economía fuerte y diversificada, que atraiga inversiones debido a sus perspectivas de crecimiento, el país puede allanar el camino para una verdadera transformación económica y social.