Los devastadores terremotos que azotaron Turquía y Siria hace un año dejaron una destrucción masiva y poblaciones vulnerables. En la provincia de Idlib, ya muy afectada por la guerra, las consecuencias fueron particularmente devastadoras. Lamentablemente, los supervivientes se han quedado atrás, la ayuda humanitaria muy necesaria no ha sido suficiente y las promesas de reconstrucción han caído en oídos sordos.
La familia Haroun, que lo había perdido todo en los terremotos, esperó en vano ayuda para encontrar una nueva vivienda. A pesar de las visitas de organizaciones, ninguna pudo reconstruir las casas destruidas y brindarles la ayuda que necesitaban. Amina, una víctima de la catástrofe del pueblo de Azmarin, testifica: «Estamos desesperados, tuvimos que alquilar temporalmente una casa porque no podemos sobrevivir en una tienda de campaña en pleno invierno con nuestros hijos».
La provincia de Idlib, además de verse afectada por terremotos, es también uno de los últimos bastiones rebeldes en Siria, lo que complica el acceso a la ayuda humanitaria. Las autoridades sirias impiden la llegada de ayuda y sólo unos pocos suministros consiguen cruzar desde Turquía. Sin embargo, esto no es suficiente para satisfacer las necesidades de las poblaciones afectadas. Además, las autoridades locales no han tomado las medidas necesarias para reconstruir las zonas devastadas.
Sin embargo, entre los actores que intentan satisfacer las necesidades de la población, se encuentra la ONG Molham Volunteer Team. En la ciudad de Harem, por ejemplo, pusieron en marcha un proyecto de realojamiento que comprende 24 edificios residenciales con 352 apartamentos. Están haciendo todo lo posible para avanzar rápidamente y poder entregar las primeras viviendas en el primer aniversario del terremoto.
Lamentablemente, no todas las víctimas de desastres se benefician de estos proyectos de realojamiento. Muhammad Jumaa, que perdió a 12 familiares y su casa en el terremoto, todavía vive en una tienda de campaña en la aldea de al-Hamziya. Como muchos otros, no tiene medios para encontrar nuevas viviendas y denuncia la falta de ayuda a las personas cuyas casas han quedado completamente destruidas.
La situación es aún más preocupante en Idlib, donde 800.000 personas desplazadas ya vivían en campos improvisados antes de los terremotos. Según las ONG, durante el año pasado se han sumado a ellos unas 100.000 personas más.
Es importante recordar que a pesar de estos desafíos, se están haciendo esfuerzos para ayudar a los afectados y reconstruir estas regiones devastadas. Sin embargo, es crucial que las autoridades locales e internacionales redoblen sus esfuerzos y movilicen los recursos necesarios para responder a las necesidades urgentes de estas poblaciones ya afectadas por la guerra y los desastres naturales.